diciembre 29, 1998

Ranking de gestión municipal

Una elección, en donde hay posibilidad de reelegir, se convierte, indiscutiblemente, en una evaluación de resultados. Hemos presenciado unas elecciones en las que el número de los gobernadores reelectos fue verdaderamente impresionante. ¿Significa esto que la gestión de las Gobernaciones, en general, fue buena? Puede que sí, puede que no. Para un elector común, resulta muy difícil poder determinar, de forma objetiva, si la gestión de un Gobernador fue buena o mala.
El próximo año, con nuestros votos, nos toca evaluar la gestión de los municipios. El reto es importante. Si con nuestro voto premiamos a los que lo merecen y castigamos a los que no, sin duda el país se verá beneficiado. De igual manera, si nos equivocamos en nuestra evaluación, esto podría erosionar muchos logros a nivel del Gobierno Central o Estatal. 
Hoy, en el caso de un elector normal, poseedor de otras ocupaciones y preocupaciones, me pregunto: ¿Cómo ha de saber si los resultados de la gestión de un municipio, que a simple vista pueden parecer pobres, no se encuentran situados dentro de una muy buena gestión, destinada a lograr mejoras sostenibles? ¿Cómo ha de medir la gestión para establecer, al considerar los recursos disponibles, si existe excelencia o derroche? 
Imagínense la confusión de los padres, si de pronto la sociedad educativa decide eliminar la boleta. ¿Cómo harían ellos para evaluar la capacidad escolar de sus hijos, especialmente en materias que ni formaron parte del curriculum de los padres? Lo anterior, es similar a la confusión que puede sentir un elector, al momento de tener que elegir sus autoridades municipales.
Acabamos de oir expresiones tales como: "Democracia con hambre no es Democracia". En nuestro mundo actual, también pudiésemos decir que “Democracia sin información correcta y accesible, no es Democracia”.
Cuando, recientemente, tuve la oportunidad de viajar por un país de Centro América, me sorprendió la certeza con la que muchos profesionales, tanto de entes públicos como privados, nacionales e internacionales, sostenían opiniones consistentes en relación a cuáles municipios se encontraban bien gobernados y cuáles no. Esto me dio a entender, que en el campo de la administración municipal, existen ciertas variables que, objetivamente evaluadas, pueden permitir dar una opinión razonable sobre la calidad de su gestión.
De ser cierto, se me ocurre que una medida que pudiera ayudar a fortalecer la eficiencia de nuestra democracia, sería la de crear un “ranking” municipal para los más de 300 Municipios que existen en Venezuela. Dicho “ranking" pudiera indicarnos, como electores si, en términos generales, nuestro municipio se encuentra entre los buenos o entre los malos.
Estoy seguro que si en un país, se usara un índice de actuación, así sea éste imperfecto, en la elección para renovar a sus más de 300 autoridades municipales, ello permitiría al pueblo quedarse con los mejores y despedir a los peores, encaminándolo hacia un futuro distinto y mejor. Otro sería el futuro de un país en donde el criterio de decisión de los electores esté basado sólo en la simpatía del Alcalde o en la calidad de las cuñas promocionales.
Por supuesto, no creo que una medición, por objetiva que sea, pueda garantizar un resultado analíticamente correcto. Mucho menos, pretendo que un “ranking” pueda sustituir el valor de la suma de los votos individualmente emitidos. No obstante, considero, que un “ranking” razonable puede en sus extremos ( los mejores y los peores) funcionar como la información relativa a sus ingredientes, tales como grasas, calorías, proteínas y vitaminas, que aparece en el envoltorio de los alimentos. Esta información nutritiva no constituye una prohibición de ingerir los alimentos, pero sí un indicativo que nos permite racionalizar la dieta.
En estos momentos, daría la impresión de que el país apuesta a la descentralización. En tales circunstancias, creo que uno de los aportes más importantes que podría dejar la sociedad civil, sería el de constituir un comité evaluador de la eficiencia municipal, cuyo producto principal sea, justamente, el “Ranking” Municipal.
En el diseño del ranking, no hay necesidad de un exceso de precisión. Estoy seguro, que los 50 municipios que resulten “rankeados” como los mejores, estarán comprendidos entre los 150 mejores de verdad. De igual forma, los 50 municipios que resulten “rankeados” como los peores, con toda seguridad deben encontrarse dentro de los 150 que verdaderamente conformen los peores.
La sugerencia que hago no tiene la intención de reducir nuestros derechos como electores. Al declarar que no estoy en capacidad para analizar, si en mi municipio las cosas andan bien o mal (en términos de lo que se puede y debe hacer), lo que estoy solicitando es cierta ayuda externa, no me estoy calificando como un analfabeta electoral. Sólo deseo que me provean de unos lentes que me permitan ver mejor.

Publicado en Economia Hoy, Caracas 29 de Diciembre de 1998

Ranking de gestión municipal

Una elección, en donde hay posibilidad de reelegir, se convierte, indiscutiblemente, en una evaluación de resultados. Hemos presenciado unas elecciones en las que el número de los gobernadores reelectos fue verdaderamente impresionante. ¿Significa esto que la gestión de las Gobernaciones, en general, fue buena? Puede que sí, puede que no. Para un elector común, resulta muy difícil poder determinar, de forma objetiva, si la gestión de un Gobernador fue buena o mala.
El próximo año, con nuestros votos, nos toca evaluar la gestión de los municipios. El reto es importante. Si con nuestro voto premiamos a los que lo merecen y castigamos a los que no, sin duda el país se verá beneficiado. De igual manera, si nos equivocamos en nuestra evaluación, esto podría erosionar muchos logros a nivel del Gobierno Central o Estatal. 
Hoy, en el caso de un elector normal, poseedor de otras ocupaciones y preocupaciones, me pregunto: ¿Cómo ha de saber si los resultados de la gestión de un municipio, que a simple vista pueden parecer pobres, no se encuentran situados dentro de una muy buena gestión, destinada a lograr mejoras sostenibles? ¿Cómo ha de medir la gestión para establecer, al considerar los recursos disponibles, si existe excelencia o derroche? 
Imagínense la confusión de los padres, si de pronto la sociedad educativa decide eliminar la boleta. ¿Cómo harían ellos para evaluar la capacidad escolar de sus hijos, especialmente en materias que ni formaron parte del curriculum de los padres? Lo anterior, es similar a la confusión que puede sentir un elector, al momento de tener que elegir sus autoridades municipales.
Acabamos de oir expresiones tales como: "Democracia con hambre no es Democracia". En nuestro mundo actual, también pudiésemos decir que “Democracia sin información correcta y accesible, no es Democracia”.
Cuando, recientemente, tuve la oportunidad de viajar por un país de Centro América, me sorprendió la certeza con la que muchos profesionales, tanto de entes públicos como privados, nacionales e internacionales, sostenían opiniones consistentes en relación a cuáles municipios se encontraban bien gobernados y cuáles no. Esto me dio a entender, que en el campo de la administración municipal, existen ciertas variables que, objetivamente evaluadas, pueden permitir dar una opinión razonable sobre la calidad de su gestión.
De ser cierto, se me ocurre que una medida que pudiera ayudar a fortalecer la eficiencia de nuestra democracia, sería la de crear un “ranking” municipal para los más de 300 Municipios que existen en Venezuela. Dicho “ranking" pudiera indicarnos, como electores si, en términos generales, nuestro municipio se encuentra entre los buenos o entre los malos.
Estoy seguro que si en un país, se usara un índice de actuación, así sea éste imperfecto, en la elección para renovar a sus más de 300 autoridades municipales, ello permitiría al pueblo quedarse con los mejores y despedir a los peores, encaminándolo hacia un futuro distinto y mejor. Otro sería el futuro de un país en donde el criterio de decisión de los electores esté basado sólo en la simpatía del Alcalde o en la calidad de las cuñas promocionales.
Por supuesto, no creo que una medición, por objetiva que sea, pueda garantizar un resultado analíticamente correcto. Mucho menos, pretendo que un “ranking” pueda sustituir el valor de la suma de los votos individualmente emitidos. No obstante, considero, que un “ranking” razonable puede en sus extremos ( los mejores y los peores) funcionar como la información relativa a sus ingredientes, tales como grasas, calorías, proteínas y vitaminas, que aparece en el envoltorio de los alimentos. Esta información nutritiva no constituye una prohibición de ingerir los alimentos, pero sí un indicativo que nos permite racionalizar la dieta.
En estos momentos, daría la impresión de que el país apuesta a la descentralización. En tales circunstancias, creo que uno de los aportes más importantes que podría dejar la sociedad civil, sería el de constituir un comité evaluador de la eficiencia municipal, cuyo producto principal sea, justamente, el “Ranking” Municipal.
En el diseño del ranking, no hay necesidad de un exceso de precisión. Estoy seguro, que los 50 municipios que resulten “rankeados” como los mejores, estarán comprendidos entre los 150 mejores de verdad. De igual forma, los 50 municipios que resulten “rankeados” como los peores, con toda seguridad deben encontrarse dentro de los 150 que verdaderamente conformen los peores.
La sugerencia que hago no tiene la intención de reducir nuestros derechos como electores. Al declarar que no estoy en capacidad para analizar, si en mi municipio las cosas andan bien o mal (en términos de lo que se puede y debe hacer), lo que estoy solicitando es cierta ayuda externa, no me estoy calificando como un analfabeta electoral. Sólo deseo que me provean de unos lentes que me permitan ver mejor.
Economía Hoy, Caracas 29 de Diciembre de 1998



diciembre 15, 1998

Una petición para la Constituyente

Sin menospreciar los derechos que actualmente tenemos como electores, con frecuencia, me he preguntado, sobre lo irrelevante que resulta poder elegir los representantes de una Asamblea Legislativa, cuando no tenemos derecho a elegir la directiva de lo que es, para todos los fines prácticos, el ente mas importante en Venezuela, Pdvsa.
Pertenezco a los que sostienen que en 1974 Venezuela perdió el equilibrio interno, debido al aumento de los ingresos petroleros y a la estatización del petróleo. Consecuencia de lo anterior, es que hoy, 25 años mas tarde, con vergüenza contemplamos, cómo nuestra sociedad ha desperdiciado una oportunidad de oro, de lanzar a nuestro país sobre la senda de un desarrollo real y sostenible.
Hoy, entre otros factores, a razón de la inmensa caída de los ingresos petroleros, que coadyuvó a propiciar un nuevo reacomodo de poderes, tenemos la posibilidad de rectificar. Por favor, hagámoslo antes de que un aumento en los ingresos del petróleo nuevamente nos emborrache. 
En la Constituyente, que con toda seguridad viene, cifro mis esperanzas para lograr dominar, en favor del país nacional, aquél poder omnívoro que representa la chequera del petróleo.
El primer cuarto de siglo de nuestra industria petrolera transcurrió bajo la consigna "Por favor, ante nada, no politicen a Pdvsa". Al inicio, la industria despolitizada y autónoma funciono bien. Lamentablemente y por un proceso propio a la naturaleza del ser humano, se inició, de forma irreversible, un proceso degenerativo. Como era de esperarse, resultó imposible obtener resultados consistentes de una organización, que no estaba sujeta a una verdadera rendición de cuentas.
Evidencia de la degeneración de Pdvsa abunda. Como ciudadano, entre muchos otras cosas, me ha molestado la monárquica concentración de poderes; la absurda asignación de prioridades, que ha sembrado a un país, falto de escuelas y hospitales, con estaciones de servicio en acero inoxidable, capaces de satisfacer cualquier antojo por papitas fritas. 
Igualmente me he quejado de la intromisión de Pdvsa en las actividades del Gobierno, repartiendo, a diestra y siniestra, dinero ajeno para programas de desarrollo social y cultural. Tampoco estoy de acuerdo con las vacilaciones entre el abra y el cierre de la producción; con la incapacidad de proyectar la posibilidad de la caída de precios, que actualmente nos afecta; con las millonarias campañas publicitarias para promocionar la imagen de la industria y con la incapacidad de lograr una necesaria protesta nacional, cuando la prohibición del uso de la Orimulsión en Florida.
Finalmente, y probablemente más que nada, me ha perturbado ese desentendimiento total para con las realidades de un país sumergido en problemas morales y éticos, que permite a una alta gerencia, amparada por el aura de la tecnocracia y de los recursos abundantes, hablarnos, con sonrisitas, de "un país condenado al éxito".
En este momento soplan vientos de cambio. No obstante, y con el derecho moral que me asiste, por haber cuestionado, de forma abierta y constante, la gestión de la industria petrolera, debo alertar que la solución no se encuentra en permitir que el péndulo histórico simplemente nos lleve, desde la indiferencia y arrogancia de la tecnocracia, a la ineficiencia de la politización.
Igual que una tecnocracia autónoma, no responsable ante nadie, irreversiblemente termina actuando de forma equivocada, resultan las consecuencias de una politización. Una vez disminuido el calor inicial de un espíritu de rectificación y una vocación de servicio, que puede embriagar a la primera generación de autoridades, sería inocente suponer que la politización no derive sus propios males.
Por supuesto, lo peor que puede pasar es que la política y la tecnocracia se den la mano y lleguen a un acuerdo de convivencia a espaldas del país. Hoy, algunos venezolanos sospechamos, justamente, la existencia de tal acuerdo. Por lo menos, no resulta difícil plantear tal hipótesis, al contemplar, tanto la cooperación de la industria en levantar recursos al Fisco, como la permisibilidad con la cual el Gobierno se ha hecho de la vista gorda ante aparentes exabruptos de la industria.
En 1961, cuando se promulgó nuestra actual Constitución, el petróleo era operado por terceros. Digan lo que digan, cuando el país asumió la responsabilidad de operar la industria petrolera, la realidad del país cambió de manera dramática. Dicho cambio aún no ha sido reflejado en nuestra Constitución. 
Hoy, nos resulta indispensable asegurar para nuestra industria petrolera una estructura de poderes, que tenga posibilidades de armonizar, a largo plazo, entre las necesidades propias de la industria, como ente inmerso en un mundo competitivo y los objetivos propios del país. Cuando próximamente el país busque, probablemente vía la Constituyente, formas de asegurar la autonomía y la real independencia del sector judicial, aprovechemos la ocasión para hacer algo similar para la Industria Petrolera.
En tal sentido, propongo que los Miembros de la Junta Directiva de Pdvsa, sean elegidos de forma nominal por toda la Nación. La Junta, que pudiese tener 9 miembros, renovaría cada 3 años la autoridad de tres de ellos, por un período de 9 años. 
Una Junta conformada de esa manera, que garantice su autonomía, que responda directamente ante la Nación, sería la mejor forma de asumir el compromiso de administrar, en provecho de las generaciones futuras, el bien con que la Providencia nos ha bendecido. Lo creo mucho mejor, que dar bandazos entre técnicos y políticos.
En tal Junta pueden estar hasta los que hoy he criticado. Mis criticas están centradas en la forma cómo se encuentra organizada Pdvsa y no en las personas que, como en muchos otros casos, simplemente son el fruto del ambiente que los rodea.
A mis lectores, que con frecuencia me han oído proponer la idea de crear una oficina del Ombudsman Petrolero, para asegurar tanto el entendimiento, como la participación del sector civil, les quiero decir que no la he abandonado, sólo que, con la Constituyente a la vuelta de la esquina, surge la oportunidad de lograr algo aún mas significativo para mi país.
Economía Hoy 15 de diciembre de 1998



diciembre 01, 1998

Servicio y fuentes de empleo

Antes de seguir, por favor estimen, el porcentaje de la población en edad de trabajo, de Estados Unidos de America y Europa que hoy en día encuentra empleo en los sectores de agricultura e industria. 
Del material provisto por la Comision de Empleo de la Comunidad Europea, leemos que tal cifra es aproximadamente el 2.5% en la agricultura y el 17.5% en la industria, tanto para EUA como para Europa. O sea hoy solo un 20% y ademas, cada dia menos.
Debo reconocer que la cifra del 20% me sorprendio. Crei que era mucho mas elevada. Probablemente estamos predispuestos a considerar como "trabajo verdadero", aquel que se relaciona con el sector agricola e industrial y por ende a creer, que los paises desarrollados generan muchos de estos empleos.
El problema del creciente desempleo es mundial. En Europa tienen serios problemas y desde el año pasado, dieron inicio a un esfuerzo por tratar de lograr coordinar las políticas aplicadas por los paises miembros. Estados Unidos, EUA, por contraste, ha logrado generar tal nivel de empleo que es la envidia de todo el mundo. 
La diferencia entre EUA y Europa, no tiene nada que ver con agricultura e industria. En EUA en 1997 los empleados en el sector servicio representan el 54% de la población en edad de trabajo, mientras que en Europa solo conforman el 39%. La inmensa diferencia de un 15% de empleos en el sector de servicios, explica entonces por si solo, la diferencia entre el éxito de EUA y el fracaso de Europa. 
Lo anterior debe ser de interes para Venezuela. Cuando en nuestros pais se discute sobre la creación de oportunidades de empleo, los comentarios, instinctivamente se orientan a la agricultura y la industria. De igual manera, cuando se habla de ventajas comparativas, con frecuencia nos referimos a estas dentro del contexto de una producción agrícola o industrial. 
El sesgo anterior y de ser verdad que cada dia la agricultura y la industria tiene menos importancia, como generadora de empleo, puede conducir a implementar politicas equivocadas. Reflexionemos.

Economía Hoy 1 de Diciembre de 1998




noviembre 17, 1998

Por favor, menos payasería global

Con frecuencia, he cuestionado, tanto la manera como Venezuela ha tratado de implementar las llamadas “políticas de mercado”, como la forma en que hemos enfrentado los retos planteados por la globalización. La inocencia, con la cual muchos de nuestros dirigentes públicos y privados han aceptado una serie de dogmas, sólo la puedo calificar, en el mejor de los casos, como infantil. 
Recientemente, en una misma semana, al leer las declaraciones de un humilde técnico textil venezolano y las de Henry Kissinger, me sentí acompañado en mi preocupación. El primero, en una opinión que me pareció cargada de sabiduría, acusaba a nuestro país de ser un "payaso de la globalización"; mientras que, el renombrado Kissinger, en el Washington Post, alertaba sobre los riesgos de una globalización indiscriminada. 
El reciente debate entre industriales e importadores, me permite reiterar algunas observaciones. El propósito de éstas es, principalmente, inducir a un debate académico.
Para comenzar, sostengo que debería estar prohibido, sobre la base de constituir una absoluta deshonestidad intelectual, emitir concepto alguno, relativo al desarrollo económico de Venezuela, sin antes aclarar, qué premisa petrolera, se utiliza. 
Me explico. O el petróleo es un valioso recurso natural no renovable o es un recurso cualquiera. El primer caso, nos impone una altísima responsabilidad fiduciaria para con futuras generaciones, en tanto que, el segundo, en principio, sólo nos obliga a una gerencia coyuntural, es decir, explotarlo rápidamente, mientras estén dadas las simples condiciones de que su precio supere los costos de explotación.
Cualquier analista puede percatarse de que la respuesta, que se dé a la pregunta anterior, debe fundamentar cualquier propuesta a desarrollarse, con el propósito de trazar un rumbo coherente para nuestro país. El hecho de que, con tanta frecuencia, se ignore, es la principal causa de la actual falta de orientación, que sentimos todos.
Comienzo entonces, por aclarar que, en lo personal, pertenezco a ese, cada día, más reducido grupo, que aún declara, que el petróleo es un recurso natural no renovable y de un valor real (a largo plazo), con toda seguridad, muy superior al valor actualmente decretado por un mercado ávido por dinero y poco informado. No obstante lo anterior, quiero dejar perfectamente claro, que no pertenezco a aquéllos, que paralizarían la actual expansión de la capacidad de la industria petrolera. 
Todo lo contrario, creo que, expandiendo nuestra capacidad de producción a seis millones de barriles diarios o más, estaríamos en mejores condiciones para lograr obtener, vía la pelea por mercados o negociaciones estratégicas, basadas en la seguridad de suministros, un precio mucho más cónsono con el verdadero valor del petróleo. Lo ideal sería tener una capacidad instalada tan inmensa, que necesitásemos producir una cantidad muy pequeña. 
Claro está que, si la razón para la actual expansión, sólo es la de generar mayores posibilidades de ingresos, para que unos políticos dispendiosos satisfagan los deseos materiales de unas generaciones de vividores, simplemente, no puedo estar de acuerdo con ésta.
Pero, volvamos al propósito de este artículo, como lo es el comentar sobre Venezuela en un mundo global. 
Al haber fijado mi criterio en cuanto al petróleo, como recurso valioso no renovable, tengo el derecho de argumentar, que la gran mayoría de los ingresos de Venezuela, que hoy se registran en nuestra balanza comercial, no provienen de una actividad productiva, sino de una liquidación de activos. 
En otras palabras, el rol del petróleo, en nuestra balanza comercial, se parece mucho más al rol cumplido, tradicionalmente, por los lingotes de oro. Estos eran entregados por un Banco Central a otro, para compensar un déficit comercial, y no como una contrapartida comercial directa por los bienes que se importaban.
Lo anterior significa hoy, que Venezuela, en lugar de presentar un saldo positivo en nuestra balanza comercial (algo a que nos han inducido creer nuestros mas inteligentes y menos inocentes competidores), presenta un gigantesco déficit comercial. Esto no sólo justifica, sino también obliga a reconsiderar toda nuestra política comercial.
Entre las instrucciones iniciales, que deberían darse a nuestros negociadores comerciales, responsables de defender a nuestro país, en un mundo donde, no obstante ser clasificado como de globalización y apertura, sigue siendo un mundo donde prevalece una guerra comercial mundial, a cuchillo, se encuentran las siguientes:
Primero: Aspirar y negociar el equilibrio de nuestra balanza comercial, en términos de empleos generados y no, como hasta la fecha, en unos simples términos de dólares transados.
Segundo: No aceptar más que Venezuela coopere con la economía mundial, bajando aranceles y reinvirtiendo (de forma alegre y sin discriminación) toda su capacidad de compra, mientras que muchos países, que pregonan la apertura comercial, imponen impuestos directos al consumo de gasolina que, de una forma u otra, impide a los "liquidadores del petróleo" obtener el mejor precio por cada barril petrolero "liquidado".
Tercero: Aprender la importancia de que, en el momento de negociación, se pueda evidenciar un sólido respaldo de la opinión pública. Venezuela acaba de sufrir un muy importante revés en su política comercial, con la reciente prohibición para el uso de la Orimulsión, por un supuesto amigo, la Florida. Al comparar, la total ausencia de una reacción de protesta que hubo por esto, con el revuelo armado por unos blue jeans, sabemos que Venezuela no está preparada para defenderse.
Finalmente, deseo aclarar que, aún cuando mis comentarios puedan y, hasta con razón, situarme en el campo de los proteccionistas, esto no implica, en forma alguna, una defensa de las aspiraciones comerciales, que actualmente se debaten en el país, todo lo contrario. Justamente, por creer que un proteccionismo inteligente, puede ser un arma muy importante para el desarrollo integral de un país, soy de los que más protesta cuando se usa, a la ligera, para el sólo desarrollo de unos intereses individuales.
Publicado en Economía Hoy el 17 de Noviembre de 1998



noviembre 03, 1998

Corrupción ¡La pelea como que va!

El 21 de Noviembre de 1997 la OECD, organización económica que abarca los países desarrollados, aprobó el "Convenio para Combatir el Soborno de los Funcionarios Públicos en los Negocios Internacionales". Para finales de 1998, se espera que la mayoría de los países suscriptores habrán ratificado su validez y que entre en vigencia a principios de 1999.
La reacción normal, ante este tipo de decreto, suele ser la de cuestionar su sinceridad o su aplicabilidad. Es decir, considerarlo como "otra manipulación hipócrita destinada a tranquilizar la conciencia del mundo desarrollado" o, simplemente, "otro esfuerzo legaloide inútil para alterar las realidades del mundo".
Cuando leemos, en los comentarios que se han formulado sobre el mencionado Convenio, que los sobornos prohibidos no incluyen "los pequeños pagos "facilitadores" …, que en algunos países son hechos para inducir a funcionarios públicos a cumplir con sus funciones", y se argumenta que estos "pequeños pagos" deben ser combatidos por cada Nación individual, ya que una criminalización, por parte de otros países, no parece una acción efectiva; es lógico que sintamos una cierta desesperanza.
No obstante, como ciudadanos interesados en combatir la corrupción, creo que no debemos ignorar dicho Convenio. En efecto, si leemos el mismo, con detenimiento, podemos observar la existencia de algunos elementos que, bien manejados, pudiesen ser de mucha relevancia. Estos son: la contabilidad del gasto del soborno y su deducibilidad para fines de impuestos.
En cuanto a la contabilidad, el Convenio establece que se debe prohibir "la contabilidad extra libros, …el registro de gastos no existentes, el registro de pasivos sin la correcta identificación de su objeto, y el uso de documentación falsa,… con el propósito de sobornar a funcionarios públicos extranjeros o de ocultar tales sobornos”. Los países signatarios, por su parte, se comprometen a efectivamente establecer penas civiles, administrativas y penales que, de manera racional y proporcional, ayuden a disuadir tales actividades. 
De lo anterior, podríamos deducir que, en cierta forma, se están constituyendo a los contadores y auditores como garantes de la lucha contra la corrupción. De ser esto así, y de ser cierta la creencia de que los contadores públicos, en general, no se distinguen por ser amigos del riesgo, entonces y por cuanto, al incumplir con las normas, podrían ser considerados como cómplices del soborno, es de esperar que esta medida, bien implementada, tenga un efecto significativo.
El otro aspecto, se refiere a la deducibilidad del gasto de soborno. Sorprende que sea necesario reglamentar sobre la materia, pero resulta que en muchos países, aún entre los que se dan golpes de pecho y se consideran ejemplos de pulcritud, los sobornos pagados a funcionarios públicos extranjeros son gastos deducibles del Impuesto Sobre la Renta. La OECD reporta que en un país Europeo, entre 1988 y 1992, el Fisco recibió 109 aplicaciones solicitando la deducibilidad de sobornos. 
También se indica que, a veces, la deducibilidad está sujeta a que el pago del soborno sea reconocida, como una práctica común en el país del pago, es decir, como un gasto normal y necesario. Transparencia Internacional es el nombre de una fundación dedicada al desarrollo de elementos, que pueden ser útiles para combatir la corrupción y uno de sus productos es el muy conocido Indice de Percepción de la Corrupción. Lo anterior nos hace pensar, en la horrible posibilidad de que alguien esté usando el mencionado Indice, para justificar la "normalidad" de su gasto y así lograr la deducibilidad fiscal del soborno.
El convenio de la OECD incluye un acuerdo para prohibir la deducibilidad fiscal del soborno. Al implementarse esto, no sólo se incrementará el costo del soborno, sino que, además, se logrará establecer una relación directa entre la Legislación Fiscal y el pago del soborno. Ambos hechos habrán de desestimular tanto la comisión del delito, como su ocultamiento.
En conclusión, creo que, al declarar como crimen el soborno de un funcionario público y ampliar la necesaria red de cómplices, al incluir contadores y auditores y, además, dar a entender que el supuesto de hecho que configura un soborno, pudiera tener también consecuencias jurídicas de índole fiscal, nos da la esperanza de que se esté configurando una posibilidad cierta de asestarle un fuerte golpe a la corrupción. Esperamos que así sea.
Puede que yo sea un iluso. Lo cierto es que antes, muchos empresarios podían llegar a un país y sobornar a sus funcionarios y si éstos eran descubiertos, al empresario, en su país, no le pasaba nada. Mañana, en 1999, puede ir a cárcel. Como ciudadano debo, por lo menos, agradecer a la OECD este gesto de respeto.
Venezuela debe brindar todo su apoyo a este Convenio y yo diría, hasta el punto tal, de considerarlo de obligatorio cumplimiento para aquellos países que deseen hacer negocios con el Estado Venezolano. Como mínimo, también deberíamos suscribir el Convenio, como ya lo han hecho Argentina, Brasil y Chile, no obstante no ser miembros de la OECD.


octubre 20, 1998

La regulación como enemiga de la misión bancaria

En Venezuela se ha discutido mucho sobre lo relacionado con la solvencia de los entes de intermediación financiera, principalmente la banca. En virtud de la gran atención, que en todo el mundo se ha dado a la materia de regulación bancaria y siendo aún bastante reciente nuestra última crisis bancaria, esto no ha de sorprendernos. En el debate creo, que es importante recordar, que las funciones del sector financiero no se limitan, simplemente, a devolver los dineros recibidos de sus depositantes, ya que, de así ser, el tradicional colchón pudiese ser suficiente para cumplir esta misión.
Aparte de proveer otras oportunidades, que sirvan para estimular el ahorro nacional, así como cumplir el trabajo de facilitar los flujos monetarios, existen otras dos funciones, de gran importancia social, que la banca debe cumplir. La primera, es la de ser un agente muy activo en el proceso de generación de riquezas y la segunda, la de colaborar en la función de democratizar el capital, es decir, permitir el acceso al capital a aquellas personas que, carentes de recursos, tengan iniciativas y voluntad de trabajo. 
Supuestamente, con el compromiso y la capacidad de cumplir con estas dos últimas funciones, el crear y distribuir riquezas, se justificaban, tanto la solicitud, como la aprobación de una licencia bancaria. ¡Cuánto dista esto de ser cierto hoy! A continuación, presento algunas reflexiones sobre el tema.
En 1975 John Keneth Galbraith, en su libro titulado “Dinero, su origen y destino”, adelantó la tesis de que una de las razones fundamentales, para que en el siglo pasado se lograra, el desarrollo económico del oeste y del sudoeste de los Estados Unidos, era la existencia de una banca agresiva y poco regulada, que con frecuencia quebraba causándole grandes pérdidas a depositantes individuales, pero que, a causa de una ágil y flexible política crediticia, dejaba una estela de desarrollo.
Sin de forma alguna querer hacer una apología al delito (especialmente cuando el delito de verdad estuviese presente), durante los últimos años y con fines puramente analíticos, he sostenido que el error de Venezuela, en relación al trato acordado a sus fugitivos bancarios, fue el de motivarlos a buscar refugio en otros países, donde gastan su dinero y sus esfuerzos, en vez de obligarles a dedicarse al desarrollo de nuestras regiones fronterizas. Oficina principal del Latino – pagando muy altos intereses - sin garantías a los depositantes – en Santa Elena de Guairén.
En cuanto a la democratización del capital, resulta evidente, que la nueva regulación bancaria, hoy más que nunca, obliga a la banca a prestar al que tiene y rechazar como cliente de crédito, al que no tiene. Los días donde un banquero, sobre la simple base de un juicio de carácter, pudiese aprobar un crédito, sin tener que incurrir en el costo de una creación de reservas, que presume por adelantado el no pago, pasaron a la historia. 
Por supuesto, en lo anterior, no me refiero a los inmensos volúmenes de créditos al consumo. Recuerdo haber leído que en alguna cultura del lejano oriente se usaba el sistema de acumular dinero entre muchos vecinos y luego rifárlo para que, así por lo menos, alguien tuviese un capital de suficiente importancia para emprender una actividad productiva. Hoy, podemos cuestionar la sabiduría del regulador, al notar la facilidad con que un consumidor logra un crédito y lo comparamos con lo difícil que puede resultar adquirir un préstamo con fines productivos. 
Lo mas triste de todo el capítulo regulatorio es que, de verdad, no nos inmuniza del riesgo. Aún en carteras basadas en cálculos probabilísticos y compensaciones vía altas tasas de interés sabemos que, de una forma u otra, los riesgos persisten. Si tienen dudas sobre lo anterior, pregúntenle a los premios Nobel de Economía de 1997, y a quienes, aún sabiendo de matemáticas y sin que el fraude los haya motivado, este año, en una sola empresa, LTCM, fueron responsables de pérdidas por mas de 4.000 Millones de Dólares (un monto básicamente equivalente a la totalidad de los depósitos de la banca venezolana que sufrió la crisis).
Los riesgos siempre existen y, en muchos casos, el sólo tratar de regularlos, genera el riesgo de crear la apariencia de que, vía una supervisión estricta, se haya logrado su efectiva eliminación. A veces, es de buena fe; a veces, sólo es cuestión de fe. Cuando por ejemplo, en Venezuela, la Comisión Nacional de Valores arrogantemente presume de estar efectuando una labor de importancia significativa, sabemos que es puro cuento. 
Con frecuencia, en materia de regulación, lo más honesto, lógico y eficiente es simplemente advertir sobre la existencia del riesgo y dejar que el mercado, vía la asignación de precios, desarrolle sus propios caminos. 
Yo no propongo, ni por un momento, que el Estado abandone por completo la función reguladora, por el contrario, lo que propongo es que la asuma de forma correcta. La historia esta llena de ejemplos donde el Estado, por meter la mano tratando de evitar un perjuicio, causa perjuicios infinitamente mayores. En el caso de las regulaciones bancarias, desarrolladas para ser aplicadas en países ya desarrollados, no estoy seguro de que estemos haciéndole un favor al país, adoptándolas con tanto fervor.
Pero, ¿qué le hacemos?. La regulación está de moda y hay muchos burócratas en el mundo buscando asegurar su cambur. Acabo de leer un artículo sobre un condado en el estado de Maryland, Estados Unidos, donde, para poder desenvolverse como astrólogo y proveedor de horóscopos, hay que registrarse y obtener una “licencia para leer las manos”. El costo de la licencia es de 150 dólares



octubre 06, 1998

Sobre confianza mala y desconfianza buena

Nuevamente, las agencias internacionales de clasificación financiera, se están pronunciando sobre Venezuela y todos tiemblan. Sus resultados constituyen para muchos extranjeros y, lamentablemente también, para algunos venezolanos, una fuente primaria de información sobre el país. El debate sobre conceptos, tales como confianza y movilidad de los capitales internacionales, se inicia otra vez. Aprovecho para exponer de nuevo algunas evidencias, reflexiones y conclusiones a este respecto.
Evidencia 1: No hay duda de que la gran mayoría de los actores del mercado de capitales especulativos a corto plazo, responden, ante todo tipo de evento, como una manada de búfalos en estampida, entrando o saliendo a un país. Lo anterior origina una alta volatilidad en estos fondos, que correctamente son llamados capitales golondrina.
Reflexión 1: Como en tantos otros campos, en el de las finanzas, también rige la norma de que los errores cometidos por muchos de los participantes y por lo tanto, compartidos, se perdonan, mientras que aquéllos, cometidos en solitario, son castigados. Como resultado de esto, los profesionales que administran dichos fondos y que desean salvar su propio prestigio profesional, estarán propensos a dejarse llevar por la corriente, es decir, que su actuación obedecerá mas al criterio financiero de moda y no a lo que le pueda indicar su propia experiencia o instinto.
Conclusión 1: De acuerdo a lo expuesto, resulta perfectamente irrelevante el que los profesionales sean unos “genios”, por ser otros los motivos que guían sus actuaciones.
Evidencia 2: La crisis mundial de las deudas en 1982, agarró a mucho banquero con los pantalones bajados, exponiendo indecentemente inmensas cantidades de préstamos incobrables. De más reciente data, podemos nombrar los obvios errores contenidos en los reportes sobre Asia hace 18 meses.
Reflexión 2: Recuerdo mi asombro ante la reverencia con que, en 1983, se oían las opiniones “calificadas” de aquellos mismos banqueros, que tan recientemente habían demostrado las limitaciones de su genialidad. Hoy pasa lo mismo ¿Podrá ser que la necesidad humana de buscar orden en el mundo nos impulsa a atribuirle conocimientos mágicos a un grupo, lo cual estos explotan con desfachatez?
Conclusión 2: La verdad que el mundo es bien ingenuo cuando coloca una buena parte de su destino económico en manos de personas con un “curriculum tan bueno” pero un “track récord tan malo”.
Evidencia 3: Los volúmenes de los capitales golondrina presentes en el mercado son gigantescos, al compararse con las magnitudes económicas de muchos países, por lo que pueden causar grandes estragos. 
Reflexión 3: Dada la magnitud y la volatilidad de estos fondos, es de esperar que los principales daños ocurran en las puertas de entrada y salida, donde sería lógico anticipar un cierto agolpamiento.
Conclusión 3: Al conocerse de la existencia de métodos bastante exitosos (Chile), para lograr administrar, de forma algo mas ordenada, la entrada y la salida de estos fondos al país, el hecho de que en Venezuela no se haya desarrollado nada similar, es otra evidencia de la desidia gubernamental que nos castiga.
Evidencia 4: Las decisiones económicas tomadas por los inversionistas a largo plazo, tanto extranjeros como nacionales, tardan en ejecutarse. Por ejemplo, la decisión de abrir una fábrica o de construir un hotel o de sembrar un bosque, no se toma de un día a otro. Por el contrario, los capitales golondrina reaccionan en segundos, vía ordenes de compra-venta y de transferencias electrónicas. Su impacto económico es, por lo tanto, mucho más inmediato y explosivo.
Reflexión 4: Creo que las señales económicas, más importantes para un país, emanan de los actores a largo plazo, tales como el hotelero de Cumaná, el arrocero de Calabozo y el industrial de Guacara. No obstante, la urgencia e inmediatez, que representan las presiones de los capitales golondrinas, probablemente hace que estos últimos logren acaparar, en demasía, la atención de las autoridades económicas.
Conclusión 4: Mientras que la economía (y la política) obedezcan, en mayor grado, al joven con pelo engominado y tirantes que lleva la batuta del corto plazo, ignorando las señales a largo plazo, el camino al desastre económico seguirá libre de obstáculos
Evidencia 5: Venezuela ha recibido durante los últimos 25 años una cantidad extraordinaria de recursos, a corto y largo plazo, y de nada le han servido. Venezuela, durante los últimos años, ha recibido importantes fondos a largo plazo y tampoco le han servido de mucho.
Reflexión 5: Si no sabemos administrar los recursos otorgados a largo plazo, ¿qué hacemos tratando de atraer recursos a corto plazo? 
Conclusión 5: Mientras que no se haya establecido un modelo de desarrollo económico viable y un sistema de gobierno que inspire confianza, al país no le debería interesar para nada los capitales golondrina, aún en el supuesto de que cuente con un eficiente portero que regule la entrada y la salida.
Evidencia 6: Las agencias de “rating crediticio”, no obstante ser usadas por muchos actores diversos, tales como entes regulatorios de banca y seguros, con intereses a largo plazo, en realidad, trabajan principalmente para banqueros e inversionistas que desean tomar posiciones líquidas a corto plazo. 
Reflexión 6: Para alguien interesado en el largo plazo, por ejemplo, un ciudadano joven, las opiniones de una agencia de “rating crediticio” pueden resultar bastante irrelevantes. Además, sepan que no toda expresión de desconfianza produce resultados malos. 
Consuelo 1: Venezuela, durante los últimos años, no ha sido objeto de una invasión de capitales golondrina tan grande como podría haber sido. Imagínense el caos que se produciría, si al país le hubiesen entrado unos 20.000 millones de dólares de dinero caliente y que hoy estuviesen, ansiosamente, buscando su salida. Las tasas de interés necesarias para contener tal manada tendrían que sobrepasar los cuatro dígitos.
Consuelo 2: ¿Se recuerdan el cuento del deudor angustiado que encuentra el sueño cuando con un “no te puedo pagar” le traspasa al banquero su insomnio? En nuestro caso, ocurre algo similar. Cuando la puntuación venezolana baja, personalmente, duermo mejor, en la seguridad de que así no le estarán dando tantos recursos, en nombre mío, de mis hijas y futuros descendientes, a gobiernos que insisten en malgastarlos.
Conclusión 6: El día en que nuestros gobiernos (en época no electoral) le hagan mayor caso a la opinión de sus humildes súbditos, en lugar de a la opinión de las glamorosas agencias internacionales, ese día tendremos mayores posibilidad de salir de esta situación nuestra, que sólo puedo clasificar y, perdónenme el inglés, como un “standard moody and poor”.




septiembre 22, 1998

Orimulsion vs. Torre del Terror

Esta semana la televisión reportó sobre un pequeño incidente en una de las atracciones de los parques de diversión de Florida (Tower of Terror) cuyas causas se están investigando. Algunos usuarios aparentemente sufrieron heridas menores, sin embargo, dudamos que esto reduzca el publico atraído por este tipo de recreación.
Imagínense la existencia en Venezuela de algunos dueños de parques de diversión que, molestos por la competencia de Florida y con el objetivo de formar un movimiento de apoyo, reclutan y seducen a un grupo de madres que todas sufren de ansiedad patológica. Imagínense a éste agresivo y vociferoso Grupo de Opinión exigir que las autoridades del Distrito Federal prohiban a los niños, viajar a los parques de la Florida.
Lo absurdo y pequeño del accidente, las protestas de Florida, las protestas de los niños todo haría imposible pensar que el Decreto de la Prohibición fuese aprobado. 
No obstante si se nos permite suponer que: a.- existen otros parques tan buenos como los de la Florida "¡Mami, podemos ir a Disney en Francia!", b.- que a los administradores de los parques de la Florida no les importe mucho, "con menos visitantes trabajamos mas cómodos"; y c.- ni se solicita ni se recibe el apoyo de los ciudadanos de la Florida, entonces y de pronto, las posibilidades del Decreto no se ven tan remotas. 
"Muchachos, aún cuando tengo familia en la Florida y les puede causar daño, como esto a nadie le importa, aprobemos la Prohibición, por lo menos así nos sacarnos estos locos gritones de encima".
De manera algo similar fué que el estado de Florida prohibió el uso de la Orimulsión. La Orimulsión que tanto significado tiene para Venezuela. Para una Venezuela que hoy necesita de cualquier ayuda que pueda recibir. Pero, para una Venezuela donde esto, aparentemente no le importa un comino. Para una Venezuela donde tomamos jugo de naranja de la Florida y leemos que de forma simultánea “las transferencias de divisas a Florida crecieron 400%. 
Esta semana nos visita en Caracas una misión comercial proveniente de Florida. Su finalidad es la de vendernos productos y oportunidades de inversión. Ni un candidato o miembro del gobierno, ni una organización empresarial o sindical, ni un directivo, ejecutivo o empleado de PDVSA, ni un parlamentario, ni un universitario, nadie, probablemente nadie usará la ocasión para por lo menos indicar que estamos perjudicados y molestos por la decisión sobre la Orimulsion.
Nos debería dar vergüenza a todos. Si en Venezuela hubiese que elegir un dicho popular que fuese conocido y aplicado por todo nuestro pueblo, probablemente sería "el que no llora no mama". Aparentemente no lo usamos fuera de nuestras fronteras.
Durante largo tiempo he sostenido que uno de los principales problemas que tiene Venezuela para correctamente adaptar las políticas económicas de moda, tales como la de la apertura comercial, es que la gran mayoría de nuestros dirigentes económicos, del sector público y privado son conversos muy recientes. Como originalmente ellos mantenían otros puntos de vista y hoy les da pánico que alguien los reconozca en sus nuevas vestimentas, sostienen y aplican sus dogmas con el fervor que de vez en cuando podemos detectar en un nuevo rico, deseoso por el reconocimiento del "establishment" o en un creyente recientemente sometido a un llamado inspirador.
La verdad es que la globalización y la apertura comercial no disminuye en nada la necesidad de agruparse alrededor del concepto de nación para meditar y negociar las estrategias económicas convenientes para el país. Todo lo contrario. Antes con fronteras cerradas, con aranceles y prohibiciones de importación general, esto no importaba mucho. Hoy, con fronteras abiertas, es que de verdad necesitamos de inteligencia, voluntad y astucia, para evitar que el “mundo nos coma vivos”.
Yo no soy ni nunca he sido proteccionista. No obstante no me temblaría el pulso o la conciencia intelectual si al negociar por parte de Venezuela tuviese que recurrir un poco mas a la hipocresía. A esa hipocresía que todos los países aplican con maestría pero que Venezuela aparentemente considera de mal gusto.
Lo que si me resultaría difícil o casi imposible sería el de negociar a nombre de nuestro país sin poder, de forma concreta y como apoyo, hacer referencia a una voluntad, un clamor y una verdadera exigencia nacional. En otras palabras sin el apoyo de una buena y exportable lloradera colectiva. ¡Globalizemos el llantén!
Hablar de parques de diversiones me recordó una pagina completa que vi en un diario hace menos de una semana. En ella se describía un país que a diferencia del rojo deficitario sufrido por Venezuela era iluminado por un “azul; color del superávit”. Un país con recursos para generar microempresas (otorgados por “vías mas expeditas que los de Corpoindustria”) un país con recursos para cuidar el medio ambiente, desarrollar hospitales. Un país bello donde se “busca impulsar una nueva relación con la sociedad” estableciendo de manera espléndida “un motor de la inversión social, sin sustituir las responsabilidades de la comunidad y de ningún ente público y privado”.
En ése país, PDV-Land, y a juzgar por los “resultados”, deben haber perfeccionado el arte de la lloradera. ¿Como hace uno para conseguir una visa? ¡Todos necesitamos un curso en el CIED! ¡Así no habrá quien se atreva prohibir la Orimulsión!