diciembre 19, 2002

La Aplanadora

Si pensamos en lo poco que hemos logrado hacer con los recursos contratados y lo mucho que hemos tenido que pagar por ellos, la deuda externa venezolana luce inmensa, pero al comparar su tamaño internacionalmente más bien resulta modesta…
No obstante, para lograr atraer a un inversionista, por ejemplo a 15 años, Venezuela tendría que ofrecer tasas de alrededor del 16%, mientras que Estados Unidos sólo pagaría un 4% y países hermanos, como El Salvador, hace poco colocaron 500 millones de dólares, a 30 años, a poco más del 8%.
El tener que pagar tan altos intereses a pesar de la relativa poca deuda, obedece en parte a razones políticas… ¿quién diablos le quiere prestar a un país que noche tras noche aparece en la pantalla chica reflejando división y caos? No obstante, lo político no es lo más importante que evalúa el mercado. Por ejemplo, Rusia, que durante los últimos años se ha definido por un mayor centralismo, algo que las calificadoras sostienen que influye en aumentar el riesgo político, ha pasado de pagar el 16% en Febrero del 2001 al 9% hoy. 
De allí que la principal razón del actual costo venezolano se derive del simple hecho de que el país cayó en la trampa del tarjeta-habiente moroso… un círculo vicioso… que funciona con los siguientes tres pasitos… bailados siempre para atrás:
Uno. Al observar que las tasas están altas y ante la ilusión de que las cosas mejoren pronto, el gobierno decide refinanciar la deuda a corto plazo. Dos. La calificadora de crédito, observando que con esto el perfil de vencimientos de la deuda desmejora en algo, baja un poquito la clasificación de riesgo del país. Tres. El inversionista, viendo la baja en la calificación de riesgo, decide, o frecuentemente es obligado, a invertir un poquito menos en el país, con lo que las tasas de interés suben algo…. uno, dos, tres… uno, dos, tres
¡Ay… si sólo Venezuela fuera un consumidor americano, de esos millones que lograron durante los últimos dos años refinanciar sus tarjetas a largo plazo y solucionar sus problemas!
¡Ay… si sólo Venezuela fuera una corporación y pudiera llamar a sus acreedores y ofrecerles bonos a largo plazo, con los cuales Venezuela estuviera mejor… con los cuales el valor de los papeles en el mercado fuera mayor… con los que los acreedores sonrieran!
¡Pero no! Lamentablemente Venezuela, como país, no cuenta con mecanismos para lograr una fácil reestructuración de sus pasivos (sin dar el alma en garantía)… a menos que:
1. Se apruebe La Aplanadora, que le prohíba al país: endeudarse a plazos menores de 15 años y por más de un cierto porcentaje de su Producto Nacional Bruto (40%) y que le obligue a incluir una cláusula que acelere el vencimiento si incumple con lo anterior.
2. Se negocie con las clasificadoras de crédito, sobre la base de esa nueva ley, una precalificación con la que puedan emitirse papeles a largo plazo… a tasas razonables… a menos del 8%.
Amigos, la obligación de discutir el país del mañana, no nos da el derecho a olvidar el país de hoy.
Publicado en El Universal el 19 de Diciembre de 2002


noviembre 21, 2002

Bolserías de la Bolsa

En su libro "Breve historia de la Euforia Financiera", J. K. Galbraith cuenta que en Holanda, en 1630, un bulbo de tulipán llegó a negociarse por una "carreta con dos caballos grises y toda la montura necesaria", lo que equivaldría a unos 50.000 dólares de hoy. Poco después el mercado de bulbos se desplomó.
En Abril de 1999, Park Avenue estaba sembrada de tulipanes y como coincidía con que ese mismo mes, la acción de Amazon, empresa que vende libros por internet, llegaba a 190 dólares, tras haberse cotizado en 10 dólares un año antes, publiqué “Una tulipomanía virtual en Nueva York”, donde sostenía que este tipo de acciones, sufrían de una desbordada especulación y que Amazon, en poco tiempo, pasaría a engordar el archivo de las "tulipomanías”.
Hoy, tras la caída del Nasdaq y cuando Amazon se cotiza en unos 20 dólares, les confieso que me hubiera gustado que mi artículo hubiera servido para establecer mi genialidad, como analista financiero. Lamentablemente, no es así, ya que los argumentos que utilicé son tan obvios, que lo único que evidencian es lo bolsa que puede ser el mercado y, con respecto a mí, una cierta capacidad de detectar al “rey desnudo”.
Para quienes aún puedan seguir creyendo en la infalibilidad de los mercados, tal como el de la Bolsa de Nueva York, la “madre” de todos los mercados, reitero mis infantiles argumentos.
Amazon, que se inició en 1995, para 1999 nunca había dado ganancias y, según los reportes de sus ejecutivos, tampoco tenía perspectivas de lograrlas en el corto plazo.
El desarrollo de "shopping agents", que permiten al cliente comparar los precios de los demás oferentes del producto en la red, auguraban una competencia en precios, que haría difícil mantener los márgenes necesarios para sustentar una valorización tan alta.
Una tecnología en desarrollo, un bajo costo de entrada y la certeza de esfuerzos institucionales por prohibir el desarrollo de cuasi-monopolios, también implicaba dificultades para sostener las ventajas de una presencia temprana en la red.
Las ventas de libros en Estados Unidos en 1998, fueron de 23.000 millones de dólares. De estimar como margen de utilidad, un generoso 8%, el negocio generaría un retorno anual de 1.800 millones de dólares. Entonces, si suponemos que los capitales exigían un rendimiento del 10%, resulta que el negocio total, el 100%, podría valer unos 18.000 millones de dólares. 
Por supuesto que Amazon vende no sólo en Estados Unidos y no únicamente libros, pero, en Abril de 1999, a 190 dólares por acción, la empresa, con menos del 3% del mercado de libros, se valorizaba en más de 33.000 millones de dólares. ¿Qué mas necesito decir? 
Perdónenme este “yo se los dije” pero, por cuanto en el país sigue pendiente el tema de los fondos de pensión, conviene recordar el factor riesgo. Sean los planes, colectivos o de capitalización individual, administrados por el sector público o por el privado, estos de nada servirán, si los fondos no son bien invertidos. Una sociedad no se libra de su responsabilidad, con un simple “quién les manda comprar Amazon”.
Publicado en El Universal el 21 de Noviembre de 2002


noviembre 07, 2002

Huellas de Venezuela

Me urgía un pasaporte nuevo, así que cuando el funcionario de la DIEX me dijo “nai nai, lo lamento, no encontramos su archivo alfabético, ése que tiene todos sus datos”, sentí… bueno Ustedes saben que. Así que cuando, al rato, ese mismo oficial me dijo “no se preocupe… ya lo conseguiremos” y procedió a tomarme mis diez huellas digitales, estuve a punto de hacer pucheros… convencido de que de que jamás saldría de ese pantano Kafkiano.
Imagínense entonces mi asombro cuando, en menos de una hora, mi potencial enemigo, hoy mi amigo, regresa sonriente diciendo -“te conseguimos… oye en el Táchira, en 1957… ¿quién lo diría?”. Si él estaba sorprendido con el lugar y fecha de mi cédula, yo estaba atónito de que me “hubieran conseguido” y curioso le pedí - “Muéstrame como”… ¡Aprendiz de Harry Potter!
Me llevó a la Dirección de Dactiloscopia y Archivo Central, unos cuantos cuartos tenebrosos, llenos de polvorientos archivos… ambientado para una película de magos. Allí, entre libracos y tarjeteros, su jefe, el Director y sus asistentes, amablemente me mostraron todo lo que ocurre cuando te sacas tu primera cédula, como tus huellas son analizadas y clasificadas bajo una lupa Galtoniana, produciendo una morfología única para cada ciudadano venezolano. Con mis nuevas huellas (algo más gorditas…), re-establecieron una cadena de 14 números, gracias a la cual encontraron en el archivo digital la tarjeta con mis huellas (chiquitas), ¡sacadas hace 45 años!, con la que la DIEX pudo constatar que el ciudadano Per Kurowski existe, que es venezolano y que merece un pasaporte. ¡Qué impresión me provocaron esas impresiones¡
En el acto me recordé de que hace cinco años había protestado un plan de modernización del sistema de identificación, por cuanto me parecía un robo de caro, ¡500 millones de dólares! Callando tal pecadillo, me senté a conversar con mis nuevos amigos sobre “la modernización”. Con modestia, me indicaron la urgente necesidad de una nuevas lupas, una mejor luz para ver las huellas mejor y sí, si fuese posible, digitalizar los archivos para agilizar el trabajo de identificación. Terminaron diciendo, “hemos oído que pronto instalarán un sistema nuevo”-“¿Qué sistema?”- “No sabemos, pero dicen que costará unos buenos reales”.
¡Aja! Me dije, como que yo también sé de huellas, acabo de identificar la huella de la administración pública de Venezuela. En lugar de permitirle a estos funcionarios, obviamente dedicados y capaces, acceder de manera continua a los pocos recursos, que necesitarían para lograr maravillas y mantenerse modernos, para lo que de seguro bastaría una partecita de los intereses anuales, que costaría un plan de 500 millones de dólares, allá, en algún ministerio, hay un político sabelotodo y quierelotodo, generando su propia solución… ¡a realazo limpio.!
Gobernantes de Venezuela, el día que quieran modernizar la DIEX, les ruego que no abusen de los servidores públicos que allí laboran, mejor úsenlos… ¡son unos verdaderos magos.!
El Universal, 7 de noviembre de 2002

octubre 17, 2002

Un control de cambio libre

Una apertura comercial mal negociada, la desaparición de las fuentes de créditos a largo plazo, el aumento en la volatilidad de las tasas de interés y, ante nada, la generación de una estúpida sobre-valuación cambiaria, hizo que Venezuela terminara siendo un estacionamiento asfaltado, donde cualquier lluvia de dólares corría inmediatamente al torrente de importaciones o como fuga de capital, sin siquiera humedecer la tierra.
Obviamente que el imponer un control de cambio, en tales circunstancias, sólo equivaldría a construir una represa, que con la acumulación de aguas estaría predestinada a reventar con incluso peores consecuencias. Más importante es arar la tierra, para que ésta pueda nuevamente absorber la humedad. El arado se ha comenzado con la (¿excesiva?) corrección de la paridad cambiaria, el (¿temeroso?) análisis de salvaguardas comerciales y con rascarse la cabeza para ver qué hacer en materia financiera.
No obstante, aún cuando desaparezcan las razones económicas, que pudiesen inducir a pensar en un control de cambio, una economía pequeña, como la de Venezuela, simplemente no podría manejar los desórdenes monetarios, que se derivan de los grandes y volátiles movimientos de los capitales globalizados. La magnitud y los daños que estos flujos producen, tanto “a la entrada” como a la “salida”, son cada día peores en la medida en que los especuladores aprendan técnicas más sofisticadas para aprovecharse de un mercado, que frecuentemente azuzado por esos mismos agentes, se bambolea entre el exceso de confianza y el pánico. 
En tal sentido, estoy convencido de que nuestro país, por lo menos durante los últimos 25 años, ha necesitado de un control de cambio, no por razones económicas, sino por razones financieras.
Ahora bien, hay distintos tipos de control de cambio y, en especial, distintas maneras de cómo venderlo. Un pago que se exige para salir, hace pensar en una cárcel, crea aglomeraciones y pánicos, mientras que, ese mismo pago, para permitir la entrada en la misma puerta y para controlar los mismos flujos, hace pensar en “un club exclusivo”.
Por todo lo anterior propongo estudiar la posibilidad de aplicar un control de cambio a la entrada de divisas, algo similar al que hasta hace poco estuvo vigente en Chile, que buscaría evitar que la marea de divisas se devuelva inundando nuevamente nuestros mercados, al acabarse de una manera u otra nuestra actual diatriba política.

 

Publicado en TalCual


octubre 14, 2002

Un éxito de todos… ¡ya!

CUAL cuero seco, que al pisar una esquina, se levanta la otra, los politicómicos de nuestro país pisaron durante unos seis años la tasa cambiaria, controlando la inflación, pero levantando, como era de esperarse, la esquina de las tasas de interés con sus expectativas de devaluación y, peor aún, la esquina del desempleo, por la falta de competitividad.
La situación se tornó insostenible y hubo que bajarse de la esquina cambiaria para pisar la del desempleo, pero por haberse acumulado tanta tensión, al soltar la tasa de cambio, se devaluó mucho más allá de lo teóricamente necesario, por lo que hoy sentimos fuertes presiones inflacionarias, ciertamente dolorosas, pero que no nos deberían preocupar demasiado, por cuanto se derivan más de los ajustes de costos, que del exceso de demanda.
Ante tales circunstancias y como todavía no hemos logrado disminuir el desempleo, les confieso que asuntos como la utilización por el Fisco de las utilidades cambiarias del BCV, no me quitan el sueño y, menos aún, cuando esas utilidades son más reales que aquellas con las que muchas empresas pagan sus dividendos. Por cierto, además de la inflación, existe otra amenaza aún peor, que ronda por el mundo, la deflación, que en términos reales llevamos tiempo sufriendo en Venezuela.
Cuando en un avión nos instruyen sobre el uso del oxígeno en casos de emergencia, siempre insisten en que debemos colocarnos nuestra propia máscara, antes de ponérsela a los niños. Eso no es por falta de amor, sino para poder ayudar. Digo esto por cuanto observo, que tanto los extremistas del oficialismo, como los de la oposición, a cuenta de su fanatismo, no se ponen las respectivas máscaras, así se vaya el país por el despeñadero con todo y niños. En la certeza de que nuestras diferencias políticas se resolverían mejor discutiendo sobre las bases de una economía sólida, le sugiero a todos buscar un éxito concreto YA.
Búrlense si quieren, pero les aseguro que con nuestro bajo nivel real de deuda externa y la inmensa incertidumbre que reina en el mundo, con muy pocas cosas y algo menos de gritadera, nuestra deuda podría aspirar a una calificación de riesgo de 'categoría inversión'. De lograrlo, saldríamos de esa trampa con la que sólo deleitamos a los mercados, ya que el carácter 'especulativo' nos obliga a refinanciar al plazo y al costo de una tarjeta de crédito. Con lo que nos ahorraríamos, pisaríamos muchas esquinas del cuero a la vez.

octubre 10, 2002

Ni una ingeniería financiera más

En Junio de 2000, cuando la AES estaba comprando a la Electricidad de Caracas (EdC), escribí un artículo titulado “La EdC que yo quiero”, donde decía; “De mi distribuidora eléctrica local, lo que me interesa ver son unos buenos ingenieros con coloridos cascos, acompañados por contadores competentes con unas calculadoras sencillas, que sólo sirvan para sumar y restar. Observar la presencia de abogados, financistas, corredores, publicistas y demás profesionales poco relacionados con llevarme la luz a casa, francamente no me gusta”.
Dicho y hecho. Hoy, a poco mas de dos años, la EdC ya tiene dificultades para hacer las inversiones necesarias. Sus nuevos accionistas extranjeros ordeñaron las cuentas patrimoniales de la empresa por 900 millones de dólares, cuando probablemente cualquier propietario nacional, mucho menos versado en ingeniería financiera, seguro hubiera destinado gran parte de tales recursos a reducir la inmensa deuda externa, que actualmente pesa sobre la empresa.
Igualito pienso con respecto a las finanzas públicas. Ante el enredo total que presenta la deuda pública de Venezuela, en mucho heredada, existe presión para que se profesionalice su manejo, pero, si ya nos resulta difícil evaluar lo que está pasando, imagínense como será cuando vengan tan refinados “artistas” ejecutando “puts”, “calls” etc. y etc. 
¡No! En lo que respecta al pasivo público de Venezuela, si no puedo tener acceso a un administrador de haciendas, como Juan Vicente Gómez, que simplemente la cancele y se olvide de esa tontería, mil veces prefiero una pulpería.
Supongamos que a los gobernantes de Venezuela sólo les estuviese permitido emitir deuda hasta por un porcentaje fijo del PNB y que además ésta tuviese que ser contratada exclusivamente a través de la emisión de bonos a 15 años, con 15 amortizaciones anuales iguales y consecutivas. 
Semejante medida acabaría con la perniciosa tendencia de financiarnos tipo “costosa tarjeta de crédito”, que por empujar la arruga nos han llevado a la actual situación, donde si bien como país no debemos mucho, sin embargo por la gran acumulación de vencimientos en el corto plazo, los mercados nos exigen y pueden cobrarnos un ojo de la cara. Un perfil de amortización plano, con nuestro modesto nivel de deuda, de seguro nos haría acreedor de una calificación de riesgo crediticio infinitamente mejor que la actual.
Además, la utilización de un solo tipo de instrumento, le daría una profundidad y liquidez maravillosa al mercado de deuda de Venezuela. En cuanto a la demanda por diversos plazos de colocación, ésta podría ser atendida por el propio mercado, con sus mecanismos que le asignan distintos vencimientos a los distintos tenedores.
Por último, lo mejor, LA TRANSPARENCIA. El país siempre sabría a ciencia cierta cuál es el costo real de cualquier proyecto del Estado, sin tener que recurrir a la calculadora financiera o a expertos, quienes siempre representan un alto costo directo, así como un altísimo costo indirecto, por todas las vainas que inventan.


 

octubre 02, 2002

Trancando y destrancando

El Tamarindo, en Playa Guacuco, Isla de Margarita, es un hotel que está ubicado en unos de los sitios mas privilegiados del mundo por lo que, con una buena dosis de cariño, dedicación y capacidad por parte de un buen operador, así como una colaboración razonable de las autoridades, debería estar hasta el tequeteque con turistas satisfechos y deseosos por regresar. Pero, qué va, … cerrado y abandonado a las inclemencias de nuestras realidades tropicales, poco a poco irá desapareciendo hasta terminar en otro resto, que algún día le evidenciara a un antropólogo, la increíble desidia de nuestra sociedad.
Qué fácil sería definir una concesión para el Tamarindo, por treinta años y sujeto a muy pocas normas, como por ejemplo cuidarlo y a partir del tercer año cancelarle al Estado un monto x por noche ocupada… y entregarlo de manera gratuita a quien haya sido seleccionado, por sorteo, entre los grupos deseosos y calificados. Pero NO, por cuanto nuestra sociedad requiere que, para entregarle algo a alguien, hay que pagar algo hoy… el futuro queda trancado.
Cadafe, es una empresa eléctrica que durante décadas cumplió fabulosamente con la misión de electrificar a Venezuela pero que, por no saber reorganizarse a tiempo, hoy es una organización con el corazón y las arterias tan calcificadas, que regresando por sus mismos pasos, está des-electrificando al país.
Qué fácil sería crear alrededor de su sistema distributivo unas 20 concesiones y entregarles estas, gratuitamente, a cooperativas, empresas privadas, empresas municipales o cualquier otra forma de asociación, que esté dispuesta aceptar las normas de la concesión desarrolladas sobre la base de reconocer el interés público del servicio eléctrico. Pero NO, por cuanto nuestra sociedad no puede convivir con la idea de soltar algo que pueda significar una pérdida de poder… el futuro queda trancado.
Contrario a lo que uno pudiese creer, de oír a quienes predican sobre lo indispensable que es para el desarrollo proteger la propiedad intelectual con patentes, el Internet, uno de los avances más significativos de nuestra época, logro su desarrollo solo gracias a la absoluta libertad y gratuidad de acceso a toda sus fuentes de programas.
Qué difícil será, evitar que las oportunidades de negocios, infrinjan y recorten sobre la libertad de la red, como de hecho ya está ocurriendo. No obstante y sin ser un experto en la materia, tengo la impresión que la reciente decisión del Ministerio de Planificación y Desarrollo, de asegurar que toda la información pública así como todo el desarrollo informático oficial de Venezuela, esté, de manera preferencial, basada en un software libre, puede ayudar a destrancar el futuro de un país joven.
Publicado en TalCual

 

septiembre 26, 2002

Lo riesgoso del riesgo país

¡Qué horrible debe ser trabajar como controlador aéreo! Cualquier pequeña equivocación puede provocar una horrible tragedia humana. Con razón dicen que estos profesionales se “queman” rápido. Supongo que algo parecido debe pasarles a los calificadores de riesgo soberano… aquellos que con su cuidadoso juicio dictaminan el riesgo país.

La importante labor de las calificadoras de riesgo tiene dos funciones. La primera, aquélla por la que se les paga, consiste en analizar si el deudor puede o no honrar su deuda, lo que determina si los fondos de pensión, bancos y empresas de seguro invierten o no en los papeles de ese país. La segunda función, más importante aún, consiste en transmitirle al gobierno deudor señales, que lo ayuden a mejorar su gestión.

¡Qué tarea más difícil la de los calificadores! Si se les pasa la mano y subvalúan el riesgo del país, éste seguro será inundado de préstamos y endeudado hasta el tequeteque, para luego tener que enfrentar una ola de ajustes. Si por el contrario, exageran el riesgo país, ello por sí solo puede causar una baja en las cotizaciones de la deuda, aumentar el costo de intereses para el país y dificultar su acceso a los mercados financieros, hasta el punto que la equivocación inicial, podría terminar siendo verdad. En todo caso, cualquier extremo suele acarrear hambre y miseria humana.

¡Qué pesadilla ser calificador! Imagínense tratar de conciliar el sueño, pensando en la posibilidad de que un Juez, de los nuevos, que globalmente se inmiscuyen en todo, olfatee y determine que la quiebra de un país se debió a una equivocación o descuido suyo y proceda contra él por delitos de lesa humanidad. Si la responsabilidad de calificar a países soberanos fuese mía, buscaría asegurar un proceso totalmente transparente, aún cuando ello levante algo el velo de sofisticación de la profesión y me obligue a sacrificar parte de mi propio valor de mercado.

¡Qué suerte la nuestra, que no somos ni controladores aéreos, ni calificadores de riesgo soberano! Aún así, por cuanto podríamos ser víctimas de una de sus equivocaciones, aunque sea por instinto de sobrevivencia, nos conviene asegurarnos que ambos hagan bien su trabajo.

En recientes reportes de país observamos que luego de haberse introducido en una caja negra metodológica, producen finalmente, como por arte de magia, una calificación crediticia. Muchos de estos reportes me lucen similares a las críticas de películas, porque percibimos más el gusto personal del calificador por la manera de como los directores de un país buscan honrar sus compromisos, que un estricto análisis financiero de fondo sobre la capacidad que tiene o no el país de servir su deuda.

Lawrence Lessig, en su libro “El Futuro de las ideas”, sostiene que una época se marca, no tanto por lo que se debate, sino por lo que se da por cierto y no se debate. En tal sentido, al existir el riesgo de que el “riesgo país” se convierta en el principal riesgo del país, no creo que debamos asignarle tan alegremente un AAA a las calificadoras de riesgo.




septiembre 18, 2002

Paraísos de ilícitos aduaneros

No hay forma de que un país, como el nuestro, pueda aguantar lo que significa una apertura comercial lícita, si al mismo tiempo no logra eliminar la ilícita. En consecuencia, si aceptamos reducir los aranceles, no podemos también permitir que éstos se cobren sobre valores artificialmente reducidos. 
El comercio internacional lleva tiempo inmerso en discusiones sobre cómo evitar la sub-facturación, debate en el que se contraponen los intereses de los exportadores/importadores, por asegurar que las aduanas no cobren más de lo debido, con el del fisco/productores-domésticos, para que no se cobre menos de lo debido. En los países en vía de desarrollo, frecuentemente importadores de mercancías difíciles de valorar, es dramático ver los pocos recursos con que cuentan para defenderse tanto en las negociaciones, como en las aduanas. Tienen todas las de perder… un lujo que no se pueden dar.
Un aspecto de los ilícitos aduaneros, sobre el cual he buscado información, es el relativo a como se castiga a aquellos exportadores, que facilitan los ilícitos, por ejemplo, sub-facturando. No conseguí nada sobre el tema, ni aún en el anexo H delConvenio Revisado de Kyoto de 1999 para la Simplificación y Armonización de los Regímenes Aduaneros, que versa justamente sobre las infracciones aduaneras. Advirtiéndoles que no soy abogado, por lo cual existe el riesgo que desconozca otros procedimientos, pero que de existir, estoy seguro son poco ágiles, se me ocurrió que de la misma manera que hay legislación que afecta a los países (paraísos) que facilitan la evasión fiscal, debería existir alguna normativa global que permita o, por lo menos, ayude a castigar a los colaboradores de contrabandistas… estén donde estén.
Por ejemplo, aún cuando sea poco conocido, muy flexible y mucho menos aplicado, desde 1997 existe un Convenio entre los países de la OECD, que busca limitar la mala competencia, evitando la práctica de corrupción en la negociación con funcionarios públicos… estableciendo que al corruptor se le aplicarán las normas vigentes en su propio país de origen, como si hubiese cometido el delito allí … y no en un paisucho cualquiera.
Me parece, que desde tal iniciativa, deberíamos analizar la posibilidad de exigir la cooperación de los países exportadores para reducir la complicidad con los ilícitos aduaneros, identificar los otros culpables, aplicarle prohibiciones especiales a todo exportador-colaborador y hasta quizás cobrar un arancel especial a toda importación, que provenga de “paraísos” que inciten los ilícitos aduaneros.
Publicado en TalCual el 18 de Septiembre de 2002
PD. Igualmente hay que aprovechar al máximo la tecnología. La posibilidad de unir vía una huella digital la factura original con los documentos de embarque, podría eliminar la costumbre de las dos facturas… una verdadera y una para el fisco.



septiembre 13, 2002

¿Miami o La Habana?

Cuando vemos niñitos venezolanos armados con rifles, sentados frente a un mural con un Cristo armado, y se nos pasa por la cabeza que quizás sea mejor que los niños se queden con las armas y no las devuelvan a sus maestros cargados de resentimientos, odios y locuras... es difícil ignorar que nuestro poblado se nos está desbarrancando... por la mismas vías de una Cuba, o de otra similar tragedia primitivista. 
Pero cuando leemos noticias de La Habana sobre como un restaurante "nacionalizado" ha sido recuperado, restaurado y reabierto por el nieto del dueño original; y otro restaurante, El Chaplin, es manejado con espíritu emprendedor por un excanciller de Cuba y expresidente del ala juvenil del Partido Comunista... igualmente se nos pasa por la cabeza, un ojalá fuésemos por lo menos en la misma dirección que la Cuba actual 
Desde siempre, como radical del medio, como extremista del centro y ante nada como venezolano, he sostenido: "Ni Miami ni La Habana... ¡Caracas!". 
No obstante hay momentos donde hay que saber responder: ¿Si llegada una hora de las chiquitas, con quién debería estar Venezuela... con una Miami de Bush u Obama, o con La Habana de Fidel? ¿Si llegada la hora de tener que enviar un hijo al extranjero, de por siempre... a una Miami de Bush u Obama o a La Habana de Fidel? 
Y estoy convencido que la inmensa mayoría de los venezolanos responderían "¡Miami, ni loco pa' La Habana!"; por lo cual el cacique de turno, con su discurso tipo bocazas en pro de la Habana de Fidel y en contra de Miami, o sea, silbando en la oscuridad para insuflarse de valor, no representa el país. Ya quisiera verlo atreverse hacer el referéndum ... "¿Jóvenes, dentro de 40 años, en qué espejo se quieren ver, en un Estados Unidos de Bush u Obama, o en una Cuba de Fidel?".
Una de las principales razones por las cuales los pobladores perdonan al protagonista principal del gobierno hecho reality show, es por cuanto están convencidos que Estados Unidos, el día de mañana, no se lo habrá tomado tan a pecho como para tomar represalias en contra de un pueblo que en esencia sabe ser muy mayamero. Si así no lo creyesen... ¡Ay mamá! 
Parte de la fortaleza de la mentira cubana surge del mito de siempre encontrarse esperando un hombre nuevo. En Venezuela, no pasa lo mismo... aquí el hombre nuevo viene, y rapidito se va. En elecciones todos los candidatos se dicen hombres nuevos, para después de las elecciones argumentar, con caritas tan lavadas, que lo que pasa es que aún no les han llegado. 
Lo digo por cuanto no entiendo cómo candidatos puedan, o mentir tan descaradamente, o creer tan descaradamente, en que ellos ahora si saben como administrarle las resultas petroleras al pueblo venezolano, para que el pueblo venezolano se crezca, aún sin llegar el pueblo a saber cómo administrar sus propias resultas petroleras. 
¿Cuánta diferencia puede haber entre una y otra propuesta política en un país donde más del 95 por ciento del ingreso por exportaciones la recibe el cacique? Sólo la diferencia que puede haber entre un mejor y un peor gobierno comunista. 
PS.-1 El cacique de turno nos debe la lista Kalashnikovs. ¿Dónde está cada una de los 100.000? 
PS.-2 Debo expresar una gran satisfacción por la llegada del oro a Venezuela, por lo menos lo que llegó se salvó, por los momentos. Donde ése oro se encontraba podría fácilmente desaparecer, en un santiamén, con solo un cheque. ¿Y ahora qué esperan para repatriar el resto del oro... y el petróleo?
El Universal

septiembre 12, 2002

De Andersen y otras cofradías

Lou Dobbs, en su programa de CNN, sostuvo que“No es posible, que porque algunos de los contadores de Andersen (caso Enron) hayan cometido algunos errores, se enjuicie a toda esa empresa, afectando la fuente de empleo de miles de personas…”. No sólo que es posible, sino que así debe ser. Durante décadas miles de profesionales de Andersen gozaron “las maduras”, por trabajar guapos y apoyados bajo el manto de esa reconocida “marca”, así que, lo justo es que ahora acepten “las verdes”, como lo hemos tenido que hacer tantos independientes, desprovistos de semejante armadura.
Hace dos años, en una junta directiva de una empresa industrial intervenida por el Estado, uno de los burócratas de Fogade nos informó, que en lo sucesivo, todos los avalúos y las valorizaciones de “empresa en marcha”, debían ser hechos por empresas vinculadas a las consultoras internacionales de renombre y no por profesionales venezolanos independientes, por muy buenos que fuesen. Obviamente que todos entendemos, que si se busca obtener el precio máximo por la venta de una empresa venezolana a un inversionista internacional, no hay duda de que tal meta se facilita si los avalúos son efectuados por una empresa con la que el inversionista se sienta identificado… no obstante, tengo que confesarles… que me provocó cachetear al pobre mensajero.
Durante los próximos años seguramente presenciaremos intensas discusiones mundiales sobre el tema de la liberación del comercio internacional en el campo de los servicios. Si nos descuidamos, corremos el riesgo de quedar amarados para siempre a la necesidad de pagar un peaje o vacuna por cualquier servicio que necesitemos, lo que, en esencia, sólo constituye una pobre versión globalizada de las cofradías o gremios medioevales.
Francamente no me gusta la idea de limitar el acceso a los servicios, pero si debo elegir entre decretar formalmente que “toda contabilidad de una empresa venezolana deba, hasta cierto grado, ser efectuada por un contador venezolano” o aceptar, de facto, que toda contabilidad tenga que ser efectuada por una de las grandes… yo me quedo con la primera alternativa… ya que, si me equivoco, siento que por lo menos es a favor de los míos.
Y de que son grandes, lo son, basta observar el listado de las 100 empresas contables más importantes de los Estados Unidos para el 2001, donde las cinco primeras (hoy cuatro) se llevaban el 87%, dejando sólo el 13% a las restantes 95… ¿donde está procompetencia en ese campo? 
Lo anterior nos debería hacer meditar acerca de la conveniencia de que en asuntos tan delicados, como la búsqueda de una evaluación objetiva del significado, que debería tener para Venezuela, el proceso de internacionalización de PDVSA, tratemos de evitar que las responsabilidades queden diluidas o amparadas bajo un velo corporativo y lejos de contratar con una neo-cofradía tipo Andersen, más bien busquemos profesionales, que con su propio nombre, apellido y residencia le respondan al país y a sus hijos por la transparencia de los resultados. 
El Universal

septiembre 09, 2002

MEA CULPA

QUE en la mitad de tu vida te corten las alas, pierdas tu empleo y tengas que ir a casa con la sospecha de que o consigues algo rápido o pronto estarás demasiado viejo... es algo horrible, aun en una cultura donde no esperan que vayas a lanzarte por un barranco, para evitar ser una carga para la sociedad, como lo hacían los vikingos.
No obstante, el que a un joven se le esté negando la posibilidad de usar por primera vez sus alas y no pueda alzar el vuelo en ese primer trabajo, que lo haría sentirse hombre, es más que horrible... ¡es criminal!... Como criminal ha sido la negligencia de nuestra sociedad al ignorar la necesidad de generar empleos... a como dé lugar.
En julio de 1997 escribía. 'La industria petrolera no es una gran generadora de empleo y además, por los ingresos que le produce al país, sostiene la paridad cambiaria alta, dificultando mantener la competitividad de las actividades económicas intensivas en mano de obra. Ahora bien, si sabemos esto ¿cómo es posible que seamos tan puritanamente neoliberales que aceptemos recetas tales como proteger nuestros parques públicos, mediante el cobro de derecho de acceso a los mismos, pero nos desmayamos ante la posibilidad de darle un poco de protección arancelaria a ese inmenso parque público, llamado la agricultura?'.
Hoy, cinco años más tarde, sólo nos resta constatar que el país siguió con la manía de querer estar en el 'Fashion Global Club', así fuese pagando una fortuna en pérdidas de empleo y, parafraseando a Groucho Marx, sin darnos cuenta que no nos convenía estar en un club que tanto nos deseaba como miembro.
Nuestra generación, la que recibió de todo, la capacitada por Funda Ayacucho, es la responsable de que el país esté a punto de perderse y NO EXISTEN EXCUSAS. Churchill, si resucitara, probablemente nos diría que nunca tantos, con tanto... hicieron tan poco por su país.
¿Qué podemos hacer para redimirnos ante la historia? ¡Muchísimo! ¡Gracias a Dios! Pero todo comienza por entender, que sólo en la unión puede estar la solución.
¿Cómo lograr esa unión? Como ya dije en algún artículo reciente: no limitándonos a ofrecerle al país una puerta de escape, un retorno a la mediocridad, sino buscando rescatar la capacidad de soñar, mostrándole una puerta de entrada a algo grande.
En un mundo donde está evidenciado que el recurso más escaso es el empleo, una buena meta sería que Venezuela le garantice alas a todos, viejos y jóvenes.

septiembre 04, 2002

Un pactico chiqitico

Creo que es infinitamente más productivo convencer a un país, relativamente sano, sobre lo que le conviene, que a un país que se encuentre delirante de fiebre. Es por ello que no entiendo por qué algunos dejan para mañana la aplicación de los remedios, que urgentemente necesitamos ¿será que tienen miedo a que el “enfermo” mejore? Entre las medicinas preoperatorias, que cualquier doctor recetaría para Venezuela, estarían las tres siguientes:
En cuanto al precio de la gasolina, debe buscarse su justa medida, ya que si bien no debemos regalarla, tampoco debemos irnos de bruces estableciendo impuestos adicionales al que más consuma, ya que ello no se justifica en un país energéticamente bendecido como el nuestro. De allí que el precio de la gasolina, siempre deba situarse en un nivel tal, que garantice cubrir los costos directos de su producción, para evitar así la transferencia de un subsidio del común de los venezolanos a los que compren más gasolina. 
Siempre he sostenido que la prestación de servicios públicos básicos, tales como luz y agua, pertenece a esas tareas no delegables, cuya ejecución forma parte del proceso de aprender a ser Nación. Hoy estamos a punto de tener que delegar tales tareas a extranjeros, no porque queramos, sino simplemente por cuanto ya casi no nos queda más remedio. Entonces, a sabiendas de que, por ejemplo en el sector eléctrico, el 90% de las dificultades de este sector podrían solucionarse de sólo lograr cobrar las tarifas actuales, es obvio que el remedio más urgente, sería justamente cobrarlas. Si como incentivo quieren bajar las tarifas un 20% para todo el mundo… perfecto… pero que las paguen TODOS… así sea a palo. Subir las tarifas un 20%, sólo para que menos consumidores las paguen, lo único que lograría sería empeorar aún más al enfermo.
Contrabando, siempre habrá… pero ese contrabando grande… descarado…de ilícitos aduaneros cometido en presencia de las autoridades…que nos desangra como país, sencillamente tiene que acabarse… sea como sea.
Ese es todo el récipe, MÁS NADA… pero si evalúan el impacto, que podrían tener estas medidas sobre la economía venezolana, si logran implementarse en un año, se darán cuenta de que Venezuela, gracias a Dios, tiene con qué salir de esta crisis con simple medidas de pulpero racional; a diferencia de otros países, que tienen que recurrir a la magia de las ciencias económicas ocultas.
El hecho es que cuando con un “pactico”, tan chiquitico como el propuesto, diseñado, ni para el gobierno, ni para la oposición, sino sólo para Venezuela, sabemos que podemos lograr tanto y, aún así, no somos capaces de celebrarlo, no nos queda más que avergonzarnos todos. 
Publicado en TalCual 4 de Septiembre de 2002



agosto 14, 2002

Guacara no es Basilea

La cartera de créditos de la banca venezolana, que en 1982 ascendía a 16.000 millones de dólares, para junio de 2002, en dólares constantes de 1982, apenas alcanzó 3.300 millones de dólares, es decir, un 21% de la de 1982. Siendo el caso que niveles tan bajos como éstos no se veían desde finales de 1996.
En un artículo que publiqué en junio de 1997, alerté sobre el peligro de que ante el pánico de caer en otra crisis bancaria, fuéramos a exagerar las regulaciones bancarias, olvidándonos de la función principal de la banca, que no debe ser otra que la de ser un agente activo en el desarrollo económico del país y para lo cual se le otorga la licencia.
Desde ese entonces, he argumentado en múltiples artículos que tenemos que cuidarnos de las normativas bancarias de Basilea que, como parte del proceso de globalización, buscan ser impuestas en todo el mundo, ya que éstas, si bien pueden ser lógicas para un país desarrollado, que quizás sólo busca cuidar su dinero, pueden resultar demasiado estrictas para un país en vías de desarrollo, como el nuestro.
Entenderán entonces el por qué de mi angustia, cuando en una entrevista publicada a página completa en un diario nacional, el nuevo superintendente de bancos no mencionó ni una palabra sobre cómo la banca puede fomentar el crecimiento económico y se limitó a declarar sobre aspectos restrictivos de la regulación, con frases como: "nosotros somos el aliado estratégico del sistema para garantizar los depósitos..." y "me he trazado el objetivo de adaptar la normativa del sistema a los principios fundamentales de Basilea".
Ante la profunda crisis económica en la que nos encontramos sumergidos, si yo fuese superintendente, por el contrario, no haría otra cosa que tratar de determinar si las regulaciones actuales pudieran, de alguna forma, estar frenando innecesariamente el otorgamiento de créditos y, de ser así, procedería a modificarlas... diga lo que diga Basilea.
En todo caso, debe señalarse que el impacto que pueda tener uno u otro tipo de regulación bancaria en la salud del sistema financiero, siempre será infinitamente menor que el que tiene el estado real de la economía en la que se desenvuelve la banca.
Si hay algo preocupante de la globalización es que aquella categoría de peligrosos funcionarios públicos, que se limitaban a desarrollar normativas desde sus oficinas con aire acondicionado en Caracas, ignorando el mundo real, hoy siguen en lo mismo, pero desde oficinas aún más remotas... en Basilea.
Tal Cual 14 de Agosto de 2002


agosto 11, 2002

Cartas al Editor: Pesadillas

Cartas al Editor
Pesadillas
De vez en cuando despierto de la actual pesadilla económica, sólo para caer en otra, donde veo a mi país en manos de un ilustre y flamante caballero con pico de plata que logra inspirar tal confianza que:
le permite al Gobierno no solo contraer nuevas y cuantiosas deudas externas… 
sino también privatizar nuestros servicios públicos obteniendo fabulosos pagos que pesaran sobre las espaldas de los usuarios, quienes tendremos que cancelarlos a través de las tarifas respectivas, 
y que finalmente logra alcanzar la meta sublime…vender a Pdvsa en una fortuna, gracias al pequeño aliciente de haberle rebajado los impuestos futuros…
pero que luego desperdicia todos esos recursos en seis meses, quedando nuestra Venezuela abandonada al lamento eterno de un tango argentino.
Por Venezuela, busquemos la cura y no la eutanasia... 
y, antes de conseguirla, le recuerdo a mis amigos de la oposición que entre los mejores regalos de Dios… hay ruegos no respondidos (Garth Brooks dixit, o singit)

julio 31, 2002

Vuelvan caras

Si las salvaguardas o protecciones comerciales temporales, que pretenden implementar ahora, se hubieran aplicado hace unos años, cuando alertábamos acerca de los peligros de la sobrevaluación del bolívar, puede que hubiesen servido para algo. Hoy, inmersos en una emergencia económica, cual estado de guerra, ¿de qué nos sirve que los zapatos se fabriquen en Venezuela, si ya el venezolano no puede comprarlos? Por ello me permito proponer el contenido mínimo de una Ley “Vuelvan Caras”.
Someter a las aduanas a la vigilancia de una corte marcial. El que traicione a la Patria cometiendo un delito aduanero, debe recibir una pena mínima de 10 años de cárcel.
Invertir el status quo, donde cada sector tiene que penar ante el Ministerio de Producción, para que le otorguen su salvaguarda, aplicando un arancel adicional del 50% a todo y que hagan la cola quienes necesiten que se les reduzca tal arancel.
Reimplantar a los aranceles como principal ingreso fiscal no petrolero, eliminando de inmediato el IVA, para evitar gravar regresivamente a la actividad económica interna.
Regular las tasas de interés, con la creación de una unidad del bolívar indexada a la inflación, exigiendo que los bancos remuneren a sus depositantes con un 3% real y cobren un margen máximo del 8 % real a sus prestatarios.
Reavivar el sector construcción con programas de crédito correctamente indexados, que permitan financiar la compra de viviendas a los que más cerca estén de poder comprarlas, en lugar de gastar lo poco que hay, en los que más lejos se encuentran.
Prohibirle a la Nación dejarse extorsionar con intereses al 17%, para acceder a nuevos créditos externos públicos para servir los actuales; planteando como única alternativa el pago del 20% a cada vencimiento, refinanciando el otro 80% mediante un pagaré a 5 años. ¿Qué no nos prestan más?… Dios quiera.
Enviar una delegación a Colombia planteándole la necesidad de unirse a Venezuela en la construcción de un mercado doméstico fuerte, capaz de negociar en unos treinta años una nueva apertura, en términos más realistas, que los obtenidos por nuestros ilusos aperturistas del ayer.
Por cuanto el Vuelvan Caras implicaría un giro de 180 grados a la realidad económica del país, habría que cuidarse de los capitales golondrina, pues no habría capacidad para asimilar recursos en demasía y, quién sabe, quizás en un futuro tengamos que pensar en gravar a los dólares que retornen al país con un Impuesto de Acceso a La Renta.
Publicado en TalCual el 31 de Julio de 2003


julio 29, 2002

Pelando

¡CUANTO más fácil resulta darle recomendaciones a las empresas acerca de qué hacer durante una crisis económica, que, como me lo han pedido, a personas de carne, hueso y corazón poco curtido!
Es más, creo que hasta sería un irrespeto tratar de darle datos de cómo buscarse un resuelve o sobre cómo hacer rendir más el dinero, cual ingeniosa ama de casa. Cada quien sabe lo que está a su alcance y sólo me restaría desearle lo mejor. Muchísimo menos me atrevería a darle recomendación alguna a un padre desesperado, que no tiene recursos para las medicinas que necesita su hijo enfermo, que no sea rezarle a Dios, de ser creyente.
De lo que sí me atrevería a hablar es sobre cómo enfrentar la presión emocional, que naturalmente surge ante una crisis como la actual. ¡Ah...Kurowski se metió a psicólogo! dirán... Noooo, ¡qué va! Mis recomendaciones no tienen otro fundamento que mi intuición y si alguien tiene la osadía de publicarlas, sólo es suerte mía.
Quizás, por ser consultor financiero, me venga la imagen del deudor agobiado, que da tumbos en la cama sin poder dormir, hasta que abre la ventana y le grita a su vecino, el banquero, ¡amigo no te puedo pagar! deslastrándose así de un inmenso peso luego de haberle echado la gran a su amigo. Lo anterior demuestra que no conviene tragarnos las angustias, sino que debemos compartirlas abiertamente con la esposa, hijos y amigos y no sólo con la almohada.
Quizás, por ser economista, entienda que la peladera individual no debe causar vergüenza alguna, ya que un desempleo de la magnitud existente en Venezuela, sugiere un estado de guerra y, en la guerra, nadie tiene por qué sentir vergüenza de que un misil loco alcance justamente su casa.
Quizás, por ser padre, vea la imperiosa necesidad de buscar obtener como enseñanza de las dificultades, que debemos aprender a disfrutar lo máximo de las cosas pequeñas de la vida, las cuales además son gratis.
No obstante, como venezolano, embargado por una profunda rabia ante la ridícula e injustificada situación en que nos encontramos, sí estoy seguro de que la solución está en nuestras manos y no en la de curanderos importados. Colegas, dejemos de buscar una puerta de escape. ¡Eso es deprimente! Dediquémonos a buscar la puerta de entrada a una Venezuela mejor, por donde todos podamos pasar.
P.D. A los compatriotas que no están pelando, les recuerdo el reto sobrehumano de ser humanos y de evitar ostentaciones.


julio 20, 2002

Cartas al Editor: Extremismo constructivo

Cartas al Editor

Extremismo constructivo
Como miembro activo del movimiento extremista "Por Todo El Medio" me dirijo a mis colegas, tanto oficialistas como de oposición, a fin de proponerles que los que estén en contra del gobierno lo manifiesten apagando las luces de sus hogares los días pares, y que los chavistas lo hagan los días impares. Tal método de encuesta no sólo permitirá expresar una opinión política, sino que simultáneamente contribuirá con la patria, contribuyendo a racionar la electricidad en medio de la actual crisis de escasez eléctrica.


julio 18, 2002

Estoy convencido

Para prestarle dinero a Venezuela, los mercados internacionales, a cuenta del “riesgo-país”, le exigen un 12% adicional al que le solicitarían a los Estados Unidos… para una tasa final de unos 17%. En consecuencia, si esperamos contratar 4.000 millones de dólares de deuda este año, nos habremos comprometido al pago de un exceso anual de 480 millones de dólares, monto superior al que, en el mejor de los escenarios, produciría el gas de Paria. Estoy convencido de que el seguir por la vía de aceptar los dictámenes internacionales, sin negociar, equivale a una eutanasia financiera.
A los 25 dólares, que se reciben hoy por barril de petróleo crudo, los transportistas, refinadores y distribuidores le incrementan otros 10, situando el precio del producto terminado en 35 dólares. Los fiscos europeos y de muchos países le añaden 115 dólares en impuestos, llevando el precio final al consumidor a 150 dólares por barril y, como si tales impuestos ya no fuesen suficientes para desplazar la demanda del petróleo, favorecen a otras fuentes de energía con inmensos subsidios y castigan al petróleo con dudosas excusas ambientales. Estoy convencido de que mientras tengamos “expertos petroleros venezolanos” que insisten en que debemos capitular ante tales discriminaciones, aumentando nuestra exportación petrolera al mundo, sin pelear lo nuestro, no desarrollaremos voluntad de Nación.
No somos un país rentista… somos un país en liquidación, que obtiene sus ingresos saldando un activo no renovable, como el petróleo y reexporta simultáneamente tales ingresos importando cualquier clase de bienes, baratijas y servicios, masacrando así las fuentes de empleo locales. Estoy convencido de que mientras usemos los recursos petroleros para satisfacer nuestras necesidades de consumo, no tendremos un modelo económico válido para Venezuela.
Estoy convencido de que no tenemos un sistema financiero local… con todo lo que éste debería significar para un país.
Estoy convencido de que la sociedad no tiene un proyecto educativo de país, acorde con las necesidades de aprender a negociar con dignidad y patriotismo en un mundo globalizado.
Estoy convencido de que no hay gobierno y, peor aún, de que no es posible reconstruir un gobierno con el simplista “quítate tú pa` poneme yo”, sino que se requiere de una nueva generación de políticos promotores, verdaderos creadores de riqueza y renta venezolana.
Estoy convencido de que el descuidar la defensa de nuestras fronteras económicas y culturales hace de toda nuestra institución militar una simple parodia incoherente.
Estoy convencido de que si no hacemos nada… rápido… no habrá nada que hacer… excepto contratar unos mejores subastadores, para que la puja por el país nos produzca algo más.
Estoy convencido de que es posible darle vuelta a nuestro país en un lapso mucho más corto que las tantas décadas que dicen requerirse.
P.D. Mientras un padre no encuentre respuesta que darle a sus hijos, sobre cuál será el castigo para los que cacharon, en vivo, disparando desde puente Llaguno, estoy convencido de que no tendremos justicia, paz y progreso en nuestro país.

junio 19, 2002

La apertura (indispensable)... de PDVSA

Nuestro petróleo es pesado y contiene mucho azufre, por lo que resulta más difícil de vender que el néctar de nuestros competidores. Gracias al Programa de Internacionalización de PDVSA, basado principalmente en la compra de una serie de refinerías especializadas, parecería que hasta la fecha hemos logrado superar ese obstáculo o por lo menos así nos lo dicen y así lo creemos. No obstante, es triste que nuestra confianza en PDVSA deba resultar de un inmenso acto de fe y no de contundentes respuestas a las preguntas y dudas que flotan en el ambiente.
Hay quienes se preguntan si nuestras refinerías verdaderamente son usadas para procesar crudos pesados, al existir información que apunta a que muchas de ellas procesan crudos livianos y que seguimos contratando con terceros la refinación de los pesados.
Aún cuando suene increíble, hay quienes sospechan, que el verdadero trasfondo de estas adquisiciones obedece a un intento de PDVSA por asegurar que ciertos flujos financieros queden fuera del alcance de las garras de su propietario. En tal sentido, hay quienes llegan a sostener que nuestros tecnócratas petroleros están tan aislados del resto del país, que prefieren que PDVSA pague impuestos al 35% en los Estados Unidos, que pagar el 66% en Venezuela, sólo porque eso le resulta menos oneroso a La Corporación.
Hay quienes piensan que de decidir PDVSA vender algunas de estas refinerías, probablemente no recuperaría su inversión, salvo que se incluya dentro del precio la garantía de un contrato de suministro de crudo a descuento. Algunos sostienen que eso fue justo lo que pasó cuando PDVSA las compró, es decir, que los precios de adquisición fueron demasiados altos, porque de antemano incluían la plusvalía que se podría derivar de una relación preferencial con PDVSA.
Siempre me he preguntado si no resultaría más efectivo vender nuestros crudos directamente en el mercado, así sea con grandes descuentos, en lugar de incurrir en los costos de ejercicios tipo Citgo, tan difíciles de controlar, más aún cuando la propia Citgo, en documentos públicos, reconoce que de todas maneras le compra petróleo a PDVSA a precios por debajo del mercado.
En 1986 declaré a la prensa que no importaba lo bueno, lo capaz y lo meritorio que fuesen los profesionales de PDVSA, si se les dejaba actuar solos y sin supervisión, tarde o temprano, pondrían la torta… eso es humano… Basta el ejemplo de ENRON.
Amigos, por meritorios que sean los meritócratas de PDVSA, siempre serán nuestros empleados, con sus propios intereses. Asimismo por buenos que sean los políticos de turno, tarde o temprano su interés se limitará a cuánto le puedan sacar a PDVSA para el gasto público, para así ganar las próximas elecciones. Es por ello que insisto en la urgencia de un Ombudsman Petrolero o una Comisión Nacional de Energía, fuerte y autónoma, que sólo responda al país civil, para que vigile nuestros intereses a largo plazo.
Señores, aprovechemos el actual despertar de la ciudadanía para exigir la verdadera apertura de PDVSA.
Publicado en Tal Cual 19 de Junio de 2002



junio 06, 2002

Modo a prueba de fallas

QUIENES DEPENDEMOS de las computadoras, alguna vez hemos experimentado el pánico cuando ésta se cuelga por tener demasiados programas abiertos y tenemos que hacer un reset, lo que en cristiano no es otra cosa que apagarla y prenderla. Con angustia esperamos por el autodiagnóstico que aparecerá en pantalla. Si se nos pide reformatear el disco duro... ¡la muerte!, pero, normalmente, nos sugiere usar el 'modo a prueba de fallas', que no es otra cosa que lo mínimo necesario para que el sistema opere, mientras se revisa.
Algo similar ocurre con Venezuela. Su sistema operativo está bajo mucha presión, siendo posible que necesitemos de un reset, por lo que, con urgencia, necesitamos de un 'modo a prueba de fallas' y propongo el siguiente:
Rescatar la gobernabilidad. Entre tanto hablar de privatizar, se nos olvidó la necesidad de un gobierno funcional y de unos buenos servidores públicos.
Rescatar una economía interna diversificada. Nuestra apertura comercial fue ingenua y estúpida, solamente explicable sobre la base de un complejo que nos obliga a buscar un reconocimiento del mundo desarrollado... como si ése importase tanto. Echaría para atrás todo lo convenido... digan lo que digan... y buscaría crear junto con Colombia un mercado doméstico lo suficientemente fuerte para renegociar una nueva apertura... de aquí a unas cuantas décadas.
Política cambiaria... la que no castigue la competitividad de nuestra economía interna, como podría ser la del crawling peg basado en diferenciales inflacionarios.
Ley de Hidrocarburos: Art. 1. Nada de 51-49. Mientras necesitemos de la OPEP para asegurar un precio razonable, la nación debe ser dueña del 100% de la exploración y de la producción. En todas las otras áreas, donde Pdvsa corra el riesgo de perder lo ganado, debería ser 100% privado.
LdH: Art 2. Se crearía un Ente Contralor Civil (ECC) que represente los intereses de la ciudadanía y supervise los arreglos entre los políticos y los tecnócratas de Pdvsa.
LdH Art. 3. El ISLR para Pdvsa se fijaría en el 0% y el ECC determinaría lo que Pdvsa, aparte de las regalías, prudentemente podría y debería traspasarle al Estado.
Deuda pública externa... quedaría prohibido su incremento, ya que ella sólo significa una hipoteca sobre el futuro de nuestros nietos. Además, si los mercados insisten en cobrarnos, como si estuviésemos en mora, por qué no declararla, para que así las calificadoras de riesgo al fin peguen una.
Impuestos... redistribuitivos y bajos, pero 100% cobrados... ante nada los aranceles en las aduanas.
Banca. Crear una Unidad de Bolívares indexados a la inflación, que permita el desarrollo de un mercado financiero paralelo, con depósitos y créditos basados en márgenes reales... pero regulados.
Educación. Reconocer que el valor último de una buena educación privada está en función directa de que exista una buena educación pública.
Seguridad social... empleos, empleos y más empleos.
Seguridad ciudadana... exorcizar el virus del odio, que puede obligarnos a reformatear el disco duro de nuestro país.

mayo 09, 2002

El monólogo de Kurowski

El debate económico ha sido secuestrado por quienes nos quieren ver como otra Cuba o por quienes más bien tienen a Puerto Rico en mente… ¡Estoy harto de sus propuestas talibánicas! Un verdadero pacto de gobernabilidad debería comenzar por sacar momentáneamente del tapete aquellos asuntos conflictivos sobre los que no podemos perder más tiempo discutiendo, tales como:
Privatización de PDVSA. Para la defensa de nuestros intereses petroleros, en las actuales circunstancias no existe otra alternativa lógica que la de ser miembro de la OPEP, lo que obliga a que PDVSA sea 100% del Estado. 
Servicios públicos. Buscando vender bien caro los monopolios eléctricos a empresas extranjeras, hipotecando así nuestro futuro con tarifas innecesariamente altas, nunca desarrollaremos otras alternativas, que las hay.
Fondos de pensiones privados. Mientras no existan en el país instrumentos financieros, que permitan colocaciones prudentes a largo plazo, la discusión del tema es irrelevante. 
Ley de tierras. Mientras el Estado sea el principal latifundista, propietario de todas las tierras que quiera repartir y no existan condiciones para que las actividades económicas a desarrollarse en tales tierras sean rentables, todo el bla bla bla de expropiar tierras privadas, es ridículo, dañino e inmoral.
Impuestos. Por cada impuesto regresivo que se implemente sólo por su facilidad de cobro, más alejados quedan los impuestos redistributivos, que el país sí necesita.
No obstante, por la precaria situación de nuestro país, puede que necesitemos de medidas extremas, pero el único extremismo válido aceptable es el que coloque a Venezuela de primero… Un buen comienzo sería con la reafirmación de nuestra realidad petrolera, defendiéndola con orgullo. A cuyo fin, me atrevo a sugerir algunos gritos de guerra:
Mientras la demanda por el petróleo sea desplazada artificialmente por la de otras fuentes energéticas, a causa de un neo proteccionismo ambiental o fiscal, que afecte sólo al productor petrolero, Venezuela no tiene por qué respetar convenios comerciales. El trato tan poco equitativo que recibimos se evidencia cuando observamos cómo en Europa se cobra un impuesto ad valorem al petróleo superior al 400%, que no sólo disminuye su demanda, sino que tales ingresos se destinan a subsidiar al carbón y hasta al maíz, que convertido en etanol y exportado a los Estados Unidos, donde bajo el amparo de cuestionables normas ambientales desplaza al petróleo.
Venezuela recibe sus divisas exportando petróleo, un bien que se vende por sí solo, de acuerdo a su precio e independientemente de cualquier acuerdo comercial, llámese ALCA u otro. En tal sentido, y antes de permitir a los extranjeros el acceso al jugoso mercado venezolano de la recirculación de petrodólares, no deberíamos conformarnos con que nos compren petróleo, deberíamos pedir otra contraprestación, tal como la generación de empleos.
Pienso que quizás un Credo Petrolero sea justo el ingrediente que nos falta para formular esa pegaloca que tanto necesitamos como Nación… ¿qué perdemos tratando?
El Universal, Caracas, 9 de Mayo de 2002

abril 16, 2002

La nueva oportunidad de Chavez

Muchas veces he sido tildado de chavista, por haber escrito algunas opiniones que sonaban como si fuesen compartidas por voceros del gobierno. Otros me han considerado como antichavista, porque también he escrito artículos en su contra. Ese es el riesgo de quienes no somos políticos y que nadamos en la mitad del agitado río actual, rehusando las orillas extremas, aún conociendo el riesgo de morir ahogados.

No obstante, el 11 de Abril, algo incómodo de que pudieran confundirme con la parte tenebrosa de la oposición, pero tranquilizado por tantísimas caras conocidas de gente buena y amiga, participé en la marcha que solicitaba la renuncia de Hugo Chávez por convicción y no sólo por acompañar y cuidar a mi señora. Mi razón está en un artículo que escribí durante la campaña electoral de 1998, donde sostenía que una de las cualidades que deseaba ver en mi próximo presidente era la capacidad de evaluar su propia actuación y que de no estar su gestión a la altura de lo prometido, debería tener el coraje y la decencia de renunciar, ahorrándonos dolorosos retrasos en el desarrollo del país.

Chávez, por mucha culpa que aunque con cierta razón pueda asignarle a la oposición, tiene que saber que en sus primeros turnos al bate, casi ni la vio, que merece las duchas y que de haber sido alumno de su padre, de seguro que lo habría aplazado. La historia, más severa, buscó primero su expulsión, pero luego se arrepintió y decidió darle otra oportunidad. Hoy sólo depende de él, si quiere usar ese regalo para lograr asentar en los anales históricos a su gobierno como beneficioso para Venezuela, o si simplemente se da por satisfecho con la adulancia. Como venezolano no puedo desear otra cosa que no sea que la batee de jonrón o que se gradúe summa cum laude.

¿Qué consejos le podemos dar? Sus padres, que de seguro sólo le desean lo mejor, probablemente le digan: ¡Muchacho cuídate de las malas compañías que te empujan hacia abajo y busca las buenas que te jalan hacia arriba! Aún cuando sabemos que nuevamente le toca al mismo Chávez elegir a sus compañeros, como un ciudadano preocupado, me permito darle algunos consejos. Por cuanto obviamente no hay nada que hacer si Chávez resulta incapaz de identificar a los que son vagabundos de anteojito, me limitaré a referirme al caso bastante más difícil de los aparentemente capaces.

Una de las primeras cosas que crea afinidad entre las personas, es el compartir las preocupaciones y, en tal sentido, en Venezuela sin duda que hay mucho que compartir. No obstante, el hecho de que alguien pueda ver con claridad como no se deben hacer las cosas, lamentablemente no implica que sepa como sí se deben hacer. En tal sentido, creo que durante el primer turno de Chávez su gobierno se perjudicó alineando a unos cuantos bienintencionados, que si bien serían una maravilla revisando gastos como comisarios de un condominio, sin embargo no sirven para planificar el futuro de un país y mucho menos para hacerlo.

Hugo Chávez, agradezca su segunda oportunidad, regalándose la posibilidad de hacerlo bien. Si no lo hace, que Dios y la Patria se lo reclamen.

El Universal

La Nueva Oportunidad de Chávez

Publicado en Caracas, El Universal el 16 de Abril de 2002
Muchas veces he sido tildado de chavista, por haber escrito algunas opiniones que sonaban como si fuesen compartidas por voceros del gobierno. Otros me han considerado como anti-chavista, porque también he escrito artículos en su contra. Ese es el riesgo de quienes no somos políticos y que nadamos en la mitad del agitado río actual, rehusando las orillas extremas, aún conociendo el riesgo de morir ahogados.
No obstante, el 11 de abril, algo incómodo de que pudieran confundirme con la parte tenebrosa de la oposición, pero tranquilizado por tantísimas caras conocidas de gente buena y amiga, participé en la marcha que solicitaba la renuncia de Hugo Chávez por convicción y no sólo por acompañar y cuidar a mi señora. Mi razón está en un artículo que escribí durante la campaña electoral de 1998, donde sostenía que una de las cualidades que deseaba ver en mi próximo presidente era la capacidad de evaluar su propia actuación y que de no estar su gestión a la altura de lo prometido, debería tener el coraje y la decencia de renunciar, ahorrándonos dolorosos retrasos en el desarrollo del país.
Chávez, por mucha culpa que aunque con cierta razón pueda asignarle a la oposición, tiene que saber que en sus primeros turnos al bate, casi ni la vio, que merece las duchas y que de haber sido alumno de su padre, de seguro que lo habría aplazado. La historia, más severa, buscó primero su expulsión, pero luego se arrepintió y decidió darle otra oportunidad. Hoy sólo depende de él, si quiere usar ese regalo para lograr asentar en los anales históricos a su gobierno como beneficioso para Venezuela, o si simplemente se da por satisfecho con la adulancia. Como venezolano no puedo desear otra cosa que no sea que la batee de jonrón o que se gradúe summa-cum-laude.
¿Qué consejos le podemos dar? Sus padres, que de seguro sólo le desean lo mejor, probablemente le digan: ¡Muchacho cuídate de las malas compañías que te empujan hacia abajo y busca las buenas que te jalan hacia arriba! Aún cuando sabemos que nuevamente le toca al mismo Chávez elegir a sus compañeros, como un ciudadano preocupado, me permito darle algunos consejos. Por cuanto obviamente no hay nada que hacer si Chávez resulta incapaz de identificar a los que son vagabundos de anteojito, me limitaré a referirme al caso bastante más difícil de los aparentemente capaces.
Una de las primeras cosas que crea afinidad entre las personas, es el compartir las preocupaciones y, en tal sentido, en Venezuela sin duda que hay mucho que compartir. No obstante, el hecho de que alguien pueda ver con claridad como no se deben hacer las cosas, lamentablemente no implica que sepa como sí se deben hacer. En tal sentido, creo que durante el primer turno de Chávez su gobierno se perjudicó alineando a unos cuantos bienintencionados, que si bien serían una maravilla revisando gastos como comisarios de un condominio, sin embargo no sirven para planificar el futuro de un país y mucho menos para hacerlo.
Hugo Chávez, agradezca su segunda oportunidad, regalándose la posibilidad de hacerlo bien. Si no lo hace, que Dios y la Patria se lo reclame.

abril 11, 2002

febrero 25, 2002

Dejá vu

Al día siguiente de la devaluación del viernes negro de Febrero de 1983, pensando que ya nos sería imposible viajar al exterior por lo costoso y que necesitaríamos una distracción local, mi esposa y yo nos compramos... unos patines. Los míos los usé una sola vez en el Parque del Este, a un costo horrible por metro patinado, debiendo cifrar mi esperanza de recuperar algo del hedge cambiario en conseguir un fanático coleccionista de patines, interesado en un modelo passé...¡2x2! 
Este Febrero de 2002, cuando nuevamente salimos de compras para salvar mi poder adquisitivo, abrí la maleta del carro y les juro... ahí estaban los patines recordándome a gritos no comprar nada que no hubiese comprado antes de la devaluación. También les recomiendo no comprar lo que no vayan a consumir pronto, pues hace poco tuve que preparar una sangría con un Chateauneuf du Pape 1977, también passé. 
De 1983 tengo un difuso recuerdo de que por ser el año bicentenario del nacimiento de Bolívar, nadie quería devaluarlo, por lo que se pospuso hasta más no poder. Muchos se preguntarán ¿cómo rayos caímos de nuevo en la trampa de requerir un macro ajuste cambiario, cuando todos sabemos que resulta menos traumático hacer ajustes pequeños y continuos? Desde 1997 he escrito más de 20 artículos donde rogaba, hasta de rodillas, que no se permitiera acumular una sobrevaluación importante, por lo que yo no fui 
Si bien nuestros seudo gobiernos son los responsables directos, los autores intelectuales del crimen fueron aquellos teleconomistas, que desde años predican una moneda fuerte, sosteniendo que la pérdida de la competitividad nacional y el cierre de empresas es un sacrificio que merecen los dioses de la economía. El desdén con que se referían a devaluacionistas y proteccionistas provocó que políticos y empresarios, para no quedar mal, se fueran por la alternativa, socialmente más aceptable, de bajar la santamaría e importar. 
Hace poco, uno de esos culpables, el que se promociona como el gran gurú de la ética, habló despectivamente de las cooperativas y hoy entiendo el porqué. El 15 de Febrero los trabajadores de Alucasa, la gran planta de foil de aluminio en Guacara, formaron su cooperativa y el entusiasmo que observé en ellos me hace creer que entre estos nuevos empresarios pueda renacer la voluntad por defender el empleo y la producción nacional, digan lo que digan los expertos.
El Universal el 25 de Febrero de 2002


febrero 14, 2002

Reinvindiquemos la indexacion

EL BISTURI es un instrumento con el cual se salvan vidas pero que, usado como machete, causa estragos. Los créditos indexados son útiles para financiar viviendas en economías con inflación, pero en Venezuela y de acuerdo a la reciente sentencia del Tribunal Supremo de Justicia da la impresión de que fueron usados a machetazos.
Si la tasa de inflación es del 25%, las tasas de interés, para no perder capacidad adquisitiva, buscarán ubicarse por encima de ese nivel, por ejemplo en un 30%. Entonces, por un crédito de 50 millones a 20 años, el deudor pagaría por el primer año: 15 millones en intereses y 2.5 millones por amortización, para un total de 17.5 millones. A final del año, si bien el saldo de la deuda sería de 47.5 millones, sin embargo su valor real sería mucho menor, por cuanto las tasas de interés llevan incorporada la amortización de la inflación (en un solo año y no en 20), evidenciándose que la deuda se amortizó de forma mas rápida a lo que estaba programado.
No hay nada incorrecto con lo anterior, excepto que para la mayoría de los que desean adquirir una vivienda resulta necesario que los plazos de amortización sean verdaderamente largos. Con los préstamos indexados, se busca justamente asegurar que los plazos nominales, sean plazos reales. 
Como 47.5 millones, después de una inflación del 25%, equivaldrían a 59.4 millones, una manera de indexar sería otorgando un nuevo préstamo por 11.9 millones, lo que reduciría el pago neto del deudor ese año de 17.5 a 5.6 millones, permitiendo al acreedor ganar un 5% real, recuperar 1/20 de su capital y cobrar aún, en valores reales, los restantes 19/20. 
Según concluyo de la sentencia del TSJ, el principal error fue que en lugar de aplicarse tasas de interés correctamente arbitradas a los préstamos indexados, se usaron unas supuestas tasas de mercado, que resultaron absolutamente irrelevantes por cuanto no tenemos un mercado financiero a largo plazo. Amarrar a un deudor hipotecario a la volatilidad de los intereses a corto plazo, en una economía inestable, es un crimen, como también es un crimen otorgar créditos a largo plazo usando fondos a corto plazo.
Para evitar que la decisión del TSJ, que puede hacer cierta justicia con unos miles de deudores, no sea injusta con los millones que necesitan de los créditos, hay que rediseñar el sistema para que funcione. En tal sentido, veo con tristeza que el TSJ, al prohibir el cobro de intereses sobre intereses para el caso de los créditos de viviendas ajenos a los planes de asistencia habitacional, argumentando que tales créditos no presentan las características de un fondo mutual habitacional, ignoró que todo nuestro sistema financiero es en sí nuestro principal fondo mutual.
Con créditos a largo plazo para la vivienda, que en términos reales representen un costo del 7.5% para el deudor, un 5% de rendimiento para el ahorrista y un 2.5% de margen para el intermediario (con un alto volumen), todo el mundo estaría feliz... inclusive el Estado, ya que la mejor manera de minimizar los subsidios, que puedan requerirse, es utilizando un sistema justo para todos. 
El Universal el 14 de Febrero de 2002

enero 31, 2002

¿Pagar o no pagar?

LA DEUDA PUBLICA EXTERNA DE VENEZUELA sólo expresa el egoísmo y la arrogancia con que una generación se abroga el derecho de disfrutes anticipados, dejándole el mono a futuras generaciones.
Con recurrencia oímos a algunos que como Pablo Medina, exponen que la deuda pública externa de Venezuela fue fraudulentamente contraída, por lo que debe ser impugnada y no pagada. No soy abogado, por lo que su legalidad, a tantos años de ocurridos los hechos, me deja algo indiferente.
No obstante, sí estoy profundamente convencido del gran mal y del poco bien que esa deuda le ha significado al país y, en tal sentido, mientras nos neguemos a enfrentar nuestra propia responsabilidad, podemos entretenernos castigando a quienes al menos tienen la culpa de haber tentado a nuestros gobernantes...
En lo que sí disiento de Medina es respecto al castigo que propone. Siendo la deuda pública un vicio muy adictivo, prefiero que el país se libere del mismo, en lugar de pelearse con el proveedor. Amenazar con no pagar la deuda actual, simultáneamente que se contraen nuevas deudas a mayores intereses, es como mandar al culpable a una cárcel cinco estrellas de por vida, comprometiéndose uno a su mantenimiento. ¡Qué va! Apliquemos a la banca lo que equivale a una pena de muerte: ¡PAGARLES TODO! y más NUNCA solicitar créditos.
Reflexionar sobre la facilidad con que todos los políticos clasifican las deudas anteriores como malvadas y los créditos nuevos como buenos, permite ver con claridad lo turbio de estas aguas.
Sabemos que, independientemente de su legalidad, la posibilidad de que un país con nuestros antecedentes invierta bien un dólar de crédito nuevo, es definitivamente menor del 50%. Si bien hay quienes pueden buscar su fortuna jugando a esa lotería, a pesar de las ínfimas o inexistentes posibilidades de éxito, sin embargo, tanto un buen padre de familia como un país serio deberían abstenerse.
De no existir la deuda pública externa, tampoco existirían los actuales instrumentos para medir el denominado riesgo país, ese concepto maquiavélico mediante el cual se justifica un recargo a todo crédito privado.
De no existir la deuda pública externa, el país podría evitarse sorpresas como las sufridas por Argentina, que no hace mucho era considerada como excelente deudora y merecedora de nuevos créditos, y que de la noche a la mañana y sin mayores explicaciones, pasó a ser la maula del continente.
Mientras un gobierno pueda conseguir inmensos capitales con sólo firmar unos documentos y pagar comisiones (legales), sin duda que se dedicará a chuparle la media a la banca internacional y a las clasificadoras de riesgo, relegando a sus ciudadanos a un segundo e irrelevante plano.
Mientras el país esté dispuesto a contraer nueva deuda externa, con horror observaré cualquiermejora del país, que de seguro atraerá a los perros de deuda .
Mientras, en medio de las tinieblas, me consuelo pensando que quizás por la poca confianza que nos tienen, lograremos eliminar nuestra maldita deuda pública externa.