noviembre 21, 2002

Bolserías de la Bolsa

En su libro "Breve historia de la Euforia Financiera", J. K. Galbraith cuenta que en Holanda, en 1630, un bulbo de tulipán llegó a negociarse por una "carreta con dos caballos grises y toda la montura necesaria", lo que equivaldría a unos 50.000 dólares de hoy. Poco después el mercado de bulbos se desplomó.
En Abril de 1999, Park Avenue estaba sembrada de tulipanes y como coincidía con que ese mismo mes, la acción de Amazon, empresa que vende libros por internet, llegaba a 190 dólares, tras haberse cotizado en 10 dólares un año antes, publiqué “Una tulipomanía virtual en Nueva York”, donde sostenía que este tipo de acciones, sufrían de una desbordada especulación y que Amazon, en poco tiempo, pasaría a engordar el archivo de las "tulipomanías”.
Hoy, tras la caída del Nasdaq y cuando Amazon se cotiza en unos 20 dólares, les confieso que me hubiera gustado que mi artículo hubiera servido para establecer mi genialidad, como analista financiero. Lamentablemente, no es así, ya que los argumentos que utilicé son tan obvios, que lo único que evidencian es lo bolsa que puede ser el mercado y, con respecto a mí, una cierta capacidad de detectar al “rey desnudo”.
Para quienes aún puedan seguir creyendo en la infalibilidad de los mercados, tal como el de la Bolsa de Nueva York, la “madre” de todos los mercados, reitero mis infantiles argumentos.
Amazon, que se inició en 1995, para 1999 nunca había dado ganancias y, según los reportes de sus ejecutivos, tampoco tenía perspectivas de lograrlas en el corto plazo.
El desarrollo de "shopping agents", que permiten al cliente comparar los precios de los demás oferentes del producto en la red, auguraban una competencia en precios, que haría difícil mantener los márgenes necesarios para sustentar una valorización tan alta.
Una tecnología en desarrollo, un bajo costo de entrada y la certeza de esfuerzos institucionales por prohibir el desarrollo de cuasi-monopolios, también implicaba dificultades para sostener las ventajas de una presencia temprana en la red.
Las ventas de libros en Estados Unidos en 1998, fueron de 23.000 millones de dólares. De estimar como margen de utilidad, un generoso 8%, el negocio generaría un retorno anual de 1.800 millones de dólares. Entonces, si suponemos que los capitales exigían un rendimiento del 10%, resulta que el negocio total, el 100%, podría valer unos 18.000 millones de dólares. 
Por supuesto que Amazon vende no sólo en Estados Unidos y no únicamente libros, pero, en Abril de 1999, a 190 dólares por acción, la empresa, con menos del 3% del mercado de libros, se valorizaba en más de 33.000 millones de dólares. ¿Qué mas necesito decir? 
Perdónenme este “yo se los dije” pero, por cuanto en el país sigue pendiente el tema de los fondos de pensión, conviene recordar el factor riesgo. Sean los planes, colectivos o de capitalización individual, administrados por el sector público o por el privado, estos de nada servirán, si los fondos no son bien invertidos. Una sociedad no se libra de su responsabilidad, con un simple “quién les manda comprar Amazon”.
Publicado en El Universal el 21 de Noviembre de 2002


noviembre 07, 2002

Huellas de Venezuela

Me urgía un pasaporte nuevo, así que cuando el funcionario de la DIEX me dijo “nai nai, lo lamento, no encontramos su archivo alfabético, ése que tiene todos sus datos”, sentí… bueno Ustedes saben que. Así que cuando, al rato, ese mismo oficial me dijo “no se preocupe… ya lo conseguiremos” y procedió a tomarme mis diez huellas digitales, estuve a punto de hacer pucheros… convencido de que de que jamás saldría de ese pantano Kafkiano.
Imagínense entonces mi asombro cuando, en menos de una hora, mi potencial enemigo, hoy mi amigo, regresa sonriente diciendo -“te conseguimos… oye en el Táchira, en 1957… ¿quién lo diría?”. Si él estaba sorprendido con el lugar y fecha de mi cédula, yo estaba atónito de que me “hubieran conseguido” y curioso le pedí - “Muéstrame como”… ¡Aprendiz de Harry Potter!
Me llevó a la Dirección de Dactiloscopia y Archivo Central, unos cuantos cuartos tenebrosos, llenos de polvorientos archivos… ambientado para una película de magos. Allí, entre libracos y tarjeteros, su jefe, el Director y sus asistentes, amablemente me mostraron todo lo que ocurre cuando te sacas tu primera cédula, como tus huellas son analizadas y clasificadas bajo una lupa Galtoniana, produciendo una morfología única para cada ciudadano venezolano. Con mis nuevas huellas (algo más gorditas…), re-establecieron una cadena de 14 números, gracias a la cual encontraron en el archivo digital la tarjeta con mis huellas (chiquitas), ¡sacadas hace 45 años!, con la que la DIEX pudo constatar que el ciudadano Per Kurowski existe, que es venezolano y que merece un pasaporte. ¡Qué impresión me provocaron esas impresiones¡
En el acto me recordé de que hace cinco años había protestado un plan de modernización del sistema de identificación, por cuanto me parecía un robo de caro, ¡500 millones de dólares! Callando tal pecadillo, me senté a conversar con mis nuevos amigos sobre “la modernización”. Con modestia, me indicaron la urgente necesidad de una nuevas lupas, una mejor luz para ver las huellas mejor y sí, si fuese posible, digitalizar los archivos para agilizar el trabajo de identificación. Terminaron diciendo, “hemos oído que pronto instalarán un sistema nuevo”-“¿Qué sistema?”- “No sabemos, pero dicen que costará unos buenos reales”.
¡Aja! Me dije, como que yo también sé de huellas, acabo de identificar la huella de la administración pública de Venezuela. En lugar de permitirle a estos funcionarios, obviamente dedicados y capaces, acceder de manera continua a los pocos recursos, que necesitarían para lograr maravillas y mantenerse modernos, para lo que de seguro bastaría una partecita de los intereses anuales, que costaría un plan de 500 millones de dólares, allá, en algún ministerio, hay un político sabelotodo y quierelotodo, generando su propia solución… ¡a realazo limpio.!
Gobernantes de Venezuela, el día que quieran modernizar la DIEX, les ruego que no abusen de los servidores públicos que allí laboran, mejor úsenlos… ¡son unos verdaderos magos.!
El Universal, 7 de noviembre de 2002