enero 16, 2003

A la puerta de entrada… ¡Ya!

Cuando vemos una cola de gente buscando entrar por la puerta de un local, automáticamente pensamos que debe ser un buen lugar. Ahora bien, si en cambio estamos adentro y vemos esa misma cola, pero tratando de salir… automáticamente pensamos en un pánico. Como entenderán, con esto quiero insinuarles que nuestro país estaría mucho mejor si se le indicara por dónde queda la puerta de entrada a la solución de sus problemas, en lugar de que se le siga predicando por donde queda la de la salida. 
Sólo el día en que los pobladores de este pedazo de tierra, que llamamos Venezuela, podamos coincidir en cuál es la puerta que nos lleva hacia un futuro mejor y estemos dispuestos a hacer los sacrificios correspondientes, existirá una Nación venezolana.
En cualquier lugar donde seriamente se discuta nuestra “Puerta de Entrada”, siempre me encontrarán, muy dispuesto, aún cuando estoy conciente de que el desarrollo global atenta contra todo concepto de nación… por lo menos para quienes no tenemos con qué aspirar a formar el imperio. Obviamente, en esa tarea patria, o participamos todos o no participa nadie. 
No obstante, como en la confusión siempre existe la posibilidad de que el país termine corriendo hacia una salida, no debemos olvidar, que aún entre ellas, las hay mejores y peores. Por ejemplo, liquidar activos a las actuales tasas de riesgo país no tiene sentido, ya que al 20% el inversionista pagaría sólo 3 céntimos por cada dólar, que estima recibir en el año 20.
¡No! Si el país llegare a tirar la toalla, por lo menos ruego que esto ocurra vía una retirada estratégica bien negociada, para que la historia, a la deshonra, no tenga que sumarle la estupidez.
Lo anterior comienza por reconocer, que entre el ofuscamiento de los preparados y la osadía de los ignorantes, ya TODOS pusimos la torta en cuanto a poder entregarle a nuestros hijos y nietos una Venezuela mejor que la que recibimos y ahora…debemos centrarnos en el futuro de bisnietos o tataranietos.
En tal contexto, lo que vayamos a hacer lo debemos evaluar contra lo que ofrecen otras alternativas, por humillantes que sean… tales como la madre de las retiradas estratégicas, un “Hongkongaso” criollo, donde nuestro territorio es dado en usufructo por 100 años a alguna potencia a cambio del cumplimiento de unas normas ambientales, que garanticen la devolución de algo habitable, la educación de nuestros descendientes y el libre acceso a otros países… para no tener que sufrir la pena de quedarnos como guachimanes.
¿Saben qué es lo peor de esta alternativa? La cantidad de venezolanos a los que les suena buenísima… lo que debe recordarnos a quienes todavía creemos en una puerta de entrada para Venezuela… que o nos apuramos o la historia nos pasará por encima.
El valor descontado de un dólar a 20 años, calculado a la tasa riesgo de un nuevo usufructuario extranjero, por ejemplo del 4%, daría 45 céntimos, por lo que tristemente el mercado parece ofrecer 15 veces más por el país sin nosotros, que con nosotros. Por Dios, busquemos la otra puerta, la de la entrada… ¡YA!
El Universal, Caracas, 16 de Enero de 2003


enero 02, 2003

La lotería

¿De qué le sirve a un jugador saber que las probabilidades de que salga cara o sello son de 50-50, si de todas maneras cree que el resultado es obra y gracia de Dios… o de algún sustituto terrenal inferior, como la “suerte macha” o el concejo de algún astrólogo iluminado? 
 Peter Bernstein, en su libro “Contra todos los Dioses”, sostiene que la verdadera frontera entre la antigüedad y los tiempos modernos, se define cuando el hombre decide que puede y debe administrar el riesgo, lo que el autor sitúa en el renacimiento, a mediados del siglo XVII, cuando se inicia el verdadero desarrollo de las estadísticas o matemáticas probabilísticas. 
 Hoy, cuando observo como “profesionales” venezolanos se prestan a recomendarle las loterías a su compatriotas, como un elemento “probado” para adelantar su desarrollo individual, a veces hasta ofreciendo recomendaciones técnicas, no me cabe la menor duda de que en la desesperación de agarrar impulso, muchos de ellos están tomando un gigantesco paso atrás hacia el oscurantismo. 
 Por ejemplo, en el sector bancario, donde las autoridades buscaban, a veces exageradamente, como obligar a la banca a reportar sus tasas “efectivas” para disminuir la asimetría de información, llegamos a observar con estupor como durante bastante tiempo casi aupaban la libertad cabalística. 
 ¡Pero bueno Kurowski!… ¿como que te estás volviendo puritano? ¡Que va amigos! Yo no soy de los que pensaría ni un segundo en quitarles la oportunidad de un trabajo honesto a esa multitud de vendedores de lotería, que diariamente recorren las calles. No obstante, no por ello renuncio a decirles que cuando observo la inmensa cantidad de recursos publicitarios, que se invierten en la sola competencia entre los sueños, estoy seguro de que la calidad de los sueños ofrecidos dista mucho que desear… y que el tradicional rol social de la lotería quedó en el absoluto olvido. 
 ¿A qué viene todo esto hoy, en mitad de esta trágica convulsión nacional? Pues bien, una de las razones por las que observamos la actual ausencia de propuestas país, se debe simplemente a que las propuestas fáciles y políticamente atractivas se han agotado… hasta un grado tal donde sólo los mas neo-ilusos y/o los posibles intermediarios en la venta, aún creen que el país podría ganar algo privatizando a PDVSA y poniéndola a competir sin el amparo de la OPEP. 
 Así que amigos, las propuestas, para que sean válidas para la Venezuela de mañana, tienen que necesariamente incluir el ponerle mucho orden y disciplina a muchas cosas… y entre otras a las loterías, gústele o no a quien sea. 
 Ahora bien, no todo tiene por qué ser restrictivo. Hoy, cuando resulta evidente que el costo directo de la última crisis bancaria ha sido ampliamente superado por el costo de su mal manejo, la posibilidad de repartir los activos recuperados sobre la base de una gran lotería nacional, podría ser una opción interesante a la alternativa de tener que dejar tales activos trancados para siempre… en respaldo de los crecientes planes de jubilación de Fogade. 
 Publicado en El Universal el 2 de Enero de 2003