febrero 22, 2007

Las esponjas y el agua

Piense en los dólares como unas esponjas y en los bolívares como el agua. Cuando Pdvsa le vende al Banco Central las esponjas que ha obtenido por el petróleo, le entregan el agua, que de una manera u otra sale a regar las tierras de Venezuela. Cuando no existen muchas matas que puedan necesitar de esas aguas (producción) o las tierras no se encuentran suficientemente aradas como para absorber todo el líquido (confianza) entonces, de haber esponjas, se producen las fugas de agua, vía las importaciones o huidas de capital, o cuando no hay suficientes esponjas para secar el exceso de agua, ocurren las inundaciones que traen inflación y devaluación.
Hace poco un vocero de la comandancia económica, declaró que "ya no se ofrecerán los dólares que se originan por la venta de hidrocarburos al Banco Central, sino a la Tesorería Nacional, para evitar que los bolívares persigan los bienes prematuramente", lo que significa que una buena parte de las esponjas se guardarán en el exterior hasta que se necesite el agua. 
El anuncio, que de por sí no es una mala idea, pierde seriedad cuando el vocero lo remata con un arrogante "aquí sabemos lo que estamos haciendo" haciéndose el loco que ellos llevan ya bastante tiempo comandando y también que hace muy poco le quitaron al Banco Central unas billonadas de esponjas que ésta había adquirido, sin siquiera devolverle el agua que inicialmente había pagado por ellas. Qué lástima que estos aprendices no comenzaron sus estudios por la clase número uno, la del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, donde justamente la problemática del qué hacer con tantas esponjas y tanta agua en una economía pequeña, fue la razón para la creación del Fondo de Inversiones y el argumento para la Ley Habilitante del momento… para lo poco que sirvió.
Qué difícil es discutir, no sólo en Venezuela, sobre la conveniencia o no de un control cambiario, cuando todos siempre están predispuestos a identificar a las entradas de capitales como positivas y a las salidas como negativas, aun cuando lo que más se necesita es simplemente que el nivel de liquidez resultante sea el adecuado. Si se piensa en la economía de un país como Venezuela como una bañera al lado de los océanos globales, quizás se podrá entender mejor que una cierta falta de liquidez resulta menos perjudicial para el desarrollo de la economía, que los excesos de agua que la ahogan.
Un país con tanto que ofrecer como Venezuela corre, en circunstancias normales, mucho más riesgos de morir ahogado que de sed, por lo que siempre he sostenido que de usar unos controles cambiarios permanentes, éstos deberían siempre colocarse a la entrada del agua, es decir cuando el Banco Central compra las esponjas y entrega el agua, que a la salida, tal como lo hace Cadivi, cuando el Banco Central recoge el agua vendiendo sus esponjas. Basta con echar un vistazo a la página web de Cadivi donde observamos que su representante opinó, en abril del 2003, que "el control de cambio se plantea como una restricción transitoria, incluso de una vigencia inferior al año", para saber que hace mucho tiempo deberían haber eliminado el control de cambio actual, o haberlo sustituido por algo mucho más funcional. Hoy, de repente, Cadivi ya tiene hasta planes de jubilación.
Los aprendices acaban de dividir el valor facial de nuestra moneda por mil, me imagino con la esperanza de permitirle a quien busca estar de turno permanente poder anunciar próximamente como un gran triunfo de la revolución, el regreso del 4,30. Ojalá eso se les dé y que no sólo terminen por tener que luego también repasar las experiencias de Luis Herrera y Lusinchi.
Uno de los 4.287.467 ciudadanos del país sombra.

febrero 01, 2007

Escudos

Cuando consideramos los escudos que podemos necesitar como nación siempre nos conviene recordar los peligros que implica toda barrera. El primero es que la protección sea imaginaria, o sea que el escudo no sirva para nada, lo que solo puede empeorar todo, si por confiados bajamos la guardia. Otro peligro es que resulte en un exagerado aislamiento, lo cual puede ser hasta más peligroso que las amenazas originales. Por último, lo peor, el que después de haber construido la barrera, uno descubra haber quedado encerrado con el enemigo adentro.
El petróleo es un activo de extraordinaria importancia geopolítica por lo que para protegerlo se necesita de un escudo de primera. Inicialmente se había considerado que con asegurar una meritocracia en PDVSA sería suficiente pero, habiendo visto cómo tantas corporaciones en el mundo han terminado sitiadas por una gerencia que tiene su propia agenda, hasta tal punto que los accionistas de muchas de las empresas cotizadas ya ni siquiera pueden nombrar a sus directivas, es obvio que con eso solo no nos alcanza. 
Por supuesto, la alternativa actual de un sistema de control que obedece señas tribales sirve aún menos, ya que eso solo puede terminar en que un chamán secuestre a PDVSA, o que se debilite tanto que se pierda por otras vías. El único escudo que tiene posibilidades reales para defender nuestro petróleo, de manera sostenible, es la de reintroducir un sistema de méritos basado en conocimientos profesionales, al mismo tiempo que conectamos a PDVSA, directamente, en el día a día, con el bolsillo de cada venezolano y creando con ello 26 millones de pedevesos. La propuesta llamada "La Negra" y que comenzó a dibujarse como una buena posibilidad de ello, lamentablemente no se le ocurrió a quien en estos momentos maneja la franquicia de las ocurrencias.
Igualmente necesitamos de escudos de primera para el cuidado del ambiente y para asegurar las posibilidades de lograr educar a nuestros hijos para que sean competitivos en el mundo de mañana. Millones de guardabosques, costas, montañas, llanos, ríos, aire, aguas venezolanos serán necesarios y aún así la tarea no será fácil. En educación, no nos queda sino buscar lo mejor de lo mejor y, aun así, habrá que rezar para que eso nos alcance para algo en este mundo tan competitivo.
Por supuesto, también nos caería de maravillas un escudo que nos proteja contra las ideas del ocurrente de turno, tales como que el estatizar la distribución de la electricidad y las empresas de comunicación tengan algo que ver con proteger a nuestra nación... pero eso puede que ya sea demasiado pedir.