octubre 09, 2008

¡Pum! ¡Pum!

Y quienes creen que lo que pasa en el mundo no tiene nada que ver con Venezuela son solo o unos inocentes estúpidos o unos criminalmente estúpidos.
Y "¡Pum!" nos explotará en la cara esa olla de presión que significan los precios de la gasolina contenidos al absurdo y que tendrán que ajustarse fuertemente, pero no como he venido rogando por años para corregir una sinvergüenza nacional, sino solo como el resultado de necesitar de nuevos recursos para seguir financiando otras posibles sinvergüenzuras de nuestros desgobiernos.
Y "¡Pum!" nos explotará en la cara esa olla de presión que significa una tasa cambiaria contenida al absurdo y que tendrá que ajustarse fuertemente, pero no para librarnos de un odioso sistema cambiario que coloca en manos del cacique de turno el poder de otorgar los derechos de paso en la economía, sino para ser sustituido por otro sistema de emergencia, que solo podemos rogar sea algo mejor.
Y en este país preso y desesperanzado, con todas las rutas de comunicación interna bloqueados por odios, ineptitudes, resentimientos y mezquinos intereses, sin ninguna parte con la suficiente credibilidad para lograr una representación sin que el lado contrario se sienta totalmente excluido… ¿Cómo hemos de manejar, responsablemente, el "¡Pum! ¡Pum!"?
Este Gobierno, y no obstante de lo que tanto habla en contra del capitalismo, basado en la creencia que el capitalismo mundial era lo suficientemente estable y prospero como para garantizarle su futuro particular, agarro de esas reservas internacionales que respaldaban la emisión de todos nuestros bolívares todos los dólares del mundo, para así financiar sus ocurrencias. Si a eso ahora le añadimos las pérdidas en el valor de las dizque reservas reales remanentes, pérdidas en la que de seguro ha incurrido como cualquier otro inversionista, y la disminución de ingresos corrientes para el país que ha de venir, solo podemos concluir que el gobierno terminará financieramente desnudado y, por supuesto, nosotros desnudos con él.
A la larga sabemos que el país cuenta con bastantes haberes, de toda naturaleza, suficiente como para saldar sus tantos pasivos, también de toda naturaleza, y salir adelante. No obstante el solucionar los desequilibrios en el corto plazo sin crear un saldo rojo que hipoteque la nación venezolana, no es nada fácil. Así que… ¿qué hacemos ahora con nuestra Venezuela hecha Zimbabue? Y no nos vengan con ese cuento que con salir del Mugabe criollo se soluciona todo.
Como mínimo y por cuanto la que se autodenomina Asamblea Nacional no tiene absolutamente nada que ver ni con representatividad ni con capacidad, necesitamos convocar, con urgencia, unas elecciones para conformar una Asamblea Nacional que le pueda servir al país para algo, o por lo menos que no lo estorbe. Por mí ya aprovecharía el 23 de noviembre para ello. Y que no se engañe nadie, la necesidad de una Asamblea Nacional funcional es algo hasta más urgente para el oficialismo.
Luego, una vez calmado lo peor, debemos asegurar que más nunca el Estado sea el sembrador de nuestra resultas petroleras y que estas nos sean entregadas directamente a los ciudadanos, para ver si así por fin logramos un gobierno en Venezuela que, en época de altos ingresos petroleros, se interese en gobernar para nosotros.
Esta semana son las reuniones anuales del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Asistiendo en nombre de la sociedad civil en general, de nuevo buscaré que el FMI acepte calcular las resultas petroleras como parte de la carga fiscal de los países petroleros, como si estas resultas petroleras hubiesen pasado por los bolsillos de sus dueños, los ciudadanos, y luego el Estado se los hubiese quitado vía impuestos, como de hecho hace el Gobierno en Venezuela quitándole hoy en día unos 200 dólares al mes, hasta al más pobre de nuestros pobres.