marzo 18, 2010

Un país atragantado

No cabe duda que el Oligarca de turno se encuentra atragantado habiendo asumiendo demasiadas responsabilidades para las cuales no se encuentra capacitado. En tal sentido, sus más íntimos lacayos, de adorarlo como dicen adorarlo, deberían hacer lo posible para evitar que mientras la violencia en las calles no se haya reducido a una mínima expresión, y los problemas de electricidad, agua, falta de empleo e inflación sigan pendientes, no se le permita asumir ni una tareíta más… tales como pulir sus zapatos, sembrar apio, o controlar el lenguaje en internet… de los que se le oponen. 
Pero también debemos estar muy claros que una mayoría parlamentaria opositora distinta y no subyugada al Oligarca se atragantaría igualito de buscar corregir los problemas sin buscar el consenso. La verdad es que el país entero se encuentra atragantado de emociones, problemas, desesperos, falta de ganas y lágrimas… y lo único que lo puede aliviar es lograr un entendimiento entre sus compatriotas. 
Lo de la violencia, con sus diarios partes de guerra, tal cual repeliendo un ataque a la nación por unos bárbaros, preocupa muy especialmente por cuanto es algo que sabemos que ni siquiera con un barril de petróleo a 500 dólares se pueda solucionar, sino requiere de transformar mucho de lo que muy en el fondo fondo hoy representamos como nación. 
En junio de 2004 en "McCárcel", El Universal, sostuve que la Justicia es algo muy difícil de comprender, concretar y medir, por situarse ella sobre un continuo que se hace finito sólo con la Justicia Divina… y que en tal sentido resulta tanto más efectivo promover la justicia concentrándose en combatir las injusticias. Jamás fácil, lo más difícil de aquello ocurre cuando se debe corregir las injusticias que comete la sociedad contra quienes son culpables de cometer los peores crímenes contra la sociedad. Ahí francamente le ronca los motores armarse del carácter de ciudadano responsable... aun así, no tenemos alternativas. 
Hoy un juez que sentencia a un criminal a quedar recluido en una de las grotescas cárceles venezolanas, termina siendo en realidad un peor criminal que el sentenciado ya que éste último puede haber cometido un crimen contra otro ser humano mientras que el juez, con su sentencia, a sabiendas de las condiciones que rigen en tales cárceles, comete un delito contra la humanidad. 
En tal sentido, la sociedad necesita instaurar un sistema carcelario digno que no sea solo el reflejo de una repulsiva venganza social, producto de un igualmente repulsivo resquebrajamiento del orden social e institucional. ¿Cárceles decentes, para unos criminales asesinos, antes que casas decentes para unos ciudadanos responsables? ¡Exactamente! De nuevo, ahí mismo reside algunas de las inmensas dificultades para salirnos del hoyo que hemos cavado y en que hemos caído. 
De igual manera la antiviolencia requiere de instaurar un discurso público incluyente y basado en el total respeto tanto por las leyes como por la convivencia social. ¡Buena suerte!...no tenemos alternativas. 
Un primitivo que tiene fe ciega en otro primitivo está siempre menos equivocado que un educado con fe ciega en otro educado… y ahí reside la difícil e ineludible responsabilidad de quienes, supuestamente, han recibido una buena educación. Por supuesto, los educados que aceptan subyugarse a un primitivo por conveniencias pues esos sí que son un lastre que atragantan a cualquier sociedad.