abril 29, 2010

¡El recibito!

Durante las recientes reuniones de primavera del Banco Mundial, en Washington, de nuevo hubo conferencias sobre el tema del porqué abundantes riquezas naturales se traducen en tan pobres resultados para sus respectivos países. 
Y de nuevo tuve que someterme a esas sonrisitas burlonas con los que quienes no tienen la menor idea de lo que se trata una maldición petrolera, cortésmente callan sus pensamientos relativo a que eso debe ser por cuanto somos simplemente unos ciudadanos de tercera. 
Y de nuevo tuve que oír esas bravuconada de sabiondas soluciones que nos ofrecen quienes no han vivido la maldición petrolera. 
Y de nuevo me broto ese conflicto tan venezolano entre el saberse tan chévere, y cada día poder colocar menos y menos evidencias de ello sobre la mesa. Caramba hasta el Guri que tanto servía para echárnoslas se ha convertido en otro símbolo de ineptitud. ¿Hoy qué nos queda? ¿Las mujeres venezolanas y los Ibis Escarlata? 
Y lo peor de todo es que absolutamente todas las soluciones que se nos ofrecen afuera y en Venezuela, suenan como si fuesen las recetas de cocina de una tía abuela lejana y cuya comida jamás nos gusto y de la cual tuvimos que hartarnos de niños. 
“Hay que diversificar la economía; más agricultura y más industria manufacturera; hay que aumentar la recaudación fiscal del sector no petrolero, aún cuando eso dificulta desarrollar el sector no petrolero, hay que reducir la volatilidad creando fondos de reserva; hay que invertir en la educación” ¡Sí, sí y sí! 
¿Siderúrgicas e industrias de aluminio quebradas… zonas industriales que parecen pueblos desiertos en películas de vaqueras… planes de becas Mariscal Ayacucho con nuestros doctores enseñando en las famosas universidades del exterior… fondos de inversión sin fondos?...pues ¡No, no y no! Algo nuevo tenemos que hacer. 
Y habiendo escrito tanto sobre el tema de la maldición petrolera y estando hasta promoviendo una coalición mundial de ciudadanos maldecidos por el petróleo, siento que me daría por satisfecho si solo lograse que aquellos que por cuenta nuestra siembran el petróleo, a cuenta de que ellos son tan buenos sembradores y nosotros no, sólo nos diesen, a cada uno de los venezolanas, un recibito… 
Sra. Juana Rivera. Ranchito #17. Vereda El Milagro, Caserío La Esperanza, Municipio La Fortuna, Estado Barinas. 
Estimada Sra. Rivera: En nombre de la gloriosa nación venezolana permítame informarle que el año pasado, como administradores, recibimos en nombre suyo, proveniente de la venta de ese petróleo suyo no renovable, la cantidad de 178.98 dólares cada mes, libres de polvo y paja. 
Igualmente le anexamos cinco recibitos iguales a éste, que corresponden a sus cinco hijos. El de su esposo reposa en nuestro archivo, por cuanto no sabemos por donde anda. 
PS. Sin decir que se lo sugerí, podría estar violando una ley cambiaria, pregúntale discretamente a su vecino a cuantos bolívares fuertes equivale su contribución. 
Atentamente y agradeciéndole de nuevo en nombre de nuestra gloriosa nación su generosa contribución para con la causa me despido atentamente, 
Su Cacique de turno. 
PS. (El mío) Nosotros necesitamos que nos representen buenos asambleístas pero para que ello le sirva al país, igualmente necesitamos que ellos también estén acompañados por buenos asambleístas. Por cada idiota, del lado que sea, que logremos mantener alejado de la Asamblea Nacional, mejor para todos.

abril 15, 2010

Un 19 de Abril emparañado

Eduardo Blanco en la introducción de Venezuela Heroica, 1881, escribe: “Al grito de libertad… aquel pueblo incipiente, tímido, medroso, nutrido con el funesto pan de las preocupaciones, sin ideal soñado, sin anales, sin ejemplos; tan esclavo de la ignorancia como de su inmutable soberano; rebaño más que pueblo; ciego instrumento de aquel que lo dirige, cuerpo sin alma, sombra palpable, haz de paja seco al fuego del despotismo…..transformóse en un día en un pueblo de héroes. Una idea lo inflamó: la emancipación del cautiverio. Una sola aspiración lo convirtió en gigante: la libertad.”

Y de joven, como tantos de mis compatriotas, claro que me embriague con el romanticismo de Venezuela Heroica. Entre otros, por cuanto mi ejemplar no venía con ese responsable prólogo de R. J. Lovera de Sola, en una edición de 1981 y en el cual cita a Mario Briceño Iragorry opinando que ese libro “promovió una concepción sui generis, que miró las espuelas de los hombres a caballo como argumento cívico”, y en que termina sentenciando: “Esa posición estancadora de la conciencia venezolana fue utilizada por la élite de poder para sustraer al pueblo de participar en la orientación del país. De allí a la justificación de los regímenes de fuerza hay poco trecho”

Pobre oiligarca de turno nuestro. Acercándose la gran fecha del bicentenario del 19 de Abril y debiéndose sentir cada vez más como un Vicente Emparan cualquiera. Con razón que se le ve triste. Algo así puede empañar cualquier evento… hasta podríamos decir que será para él un día emparañado. Si se le ocurriese escuchar la voz de la mayoría debería abdicar, para luego irse a hacerle la compañía a ese barbudo y malvado chupa-nuestras-resultas-petroleras cubano, y a quien sin duda le hace más caso que al pueblo venezolano.

Pero no es del Emparan que quiero hablarles, ellos vienen y se van, sino del pueblo venezolano. Es con inmensa tristeza que se puede constatar que en mucho aspectos cuando nos disponemos a celebrar nuestro grito de independencia hoy somos más dependientes que en 1810.

Y es que nuestro problema jamás ha sido el librarnos de un Emparan o de un rey o de un dictador el problema nuestro de siempre es el no atrevernos a ser realmente independientes… por lo que seguimos dispuestos a aplaudir, hasta rabiar, como las focas que somos, al petrócrata u oiligarca de turno o por venir, para que maneje las resultas petroleras de todos a favor de nuestro interés individual.

La semana pasada Gustavo Coronel en un artículo que tituló “200 años sin venezolanos” y que apunta a mucho de lo que aquí sostengo, decía con respecto a lo obtenido por el petróleo, “El dinero en manos de la gente ha sido mal utilizado mientras que en manos ciudadanas hubiese sido una fuente de mayor riqueza.” Eso requiere una aclaratoria. El dinero llegado a las manos de la gente siempre fue recibido como una benevolente dádiva del oiligarca de turno. De haberlo recibido como dividendo, sin debérselos a más nadie que no sea la providencia divina, a la gente le hubiese sido mucho más fácil evolucionar a ser ciudadanos.

Dios quiera que en 2110 no se celebren otros cien años de nuestra independencia siguiendo siendo una especie de aldea Potemkin de nación… pura fachada. Ojala que las resultas petroleras lleguen a ser nuestras de verdad o, si aquello no resultase posible, que simplemente desaparezcan por completo.

El Universal, Abril 15, 2010

abril 01, 2010

Pura maldad

La semana pasada en Washington, durante una conferencia, uno de los más dedicados apologistas internacionales de nuestro oligarca petrolero de turno, aceptó que en Venezuela se están violando los derechos humanos; tal como lo expresa el reporte "Democracia y Derechos Humanos en Venezuela" y los más recientes comunicados de prensa emitidos por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Habiendo retrocedido demasiado sus posiciones defensivas, el gran apologista trato luego de avanzar el argumento que, aun así, dicho reporte no servía para mucho por cuanto era obvio que solo perseguía un fin político. Estoy de acuerdo en que cuando enfrentamos la violación de un derecho humano, lo político no debe importar más que el ponerle un parado inmediato a esa violación individual. No obstante, el que luego se le dé un uso político a tal hecho se cae de maduro, por cuanto si no, cómo evitamos que se repita.

Digo esto ya que muchas de las discusiones sobre si algo legalmente configura o no una violación de los derechos humanos, frecuentemente solo sirven de pantalla tras la cual pueden ocultarse quienes no quieren verse relacionados con lo que por lo menos saben bien que son puras maldades. Esa excusa hay que erradicarla.

En tal sentido, si bien puede que el reporte de la CIDH sea un documento imperfecto, incluye tal cúmulo de evidencias que, añadido a lo que nuestros propios sentidos nos dicen, no puede dejar a nadie medianamente inteligente y no completamente entregado albergando dudas de que el gobierno practica la maldad. Una maldad que le resultaba bastante extraña a nuestra Venezuela, hasta cuando el oligarca petrolero de turno se dedicó de lleno a ponerla de moda.

Es por ejemplo el caso de David Pernía, a quien después de más de cuatro años de estudios y a solo catorce semanas de graduarse, no le aparecen su expediente en la UNEFA de San Cristóbal, solo por él no estar de acuerdo con el gobierno… en una democracia.

No sé si lo de Pernía constituya legalmente una violación de un derecho humano, la verdad es que poco me importa, por cuanto de lo que sí estoy seguro es que representa una pura maldad… una pura maldad que habrá de manchar y devaluar para siempre cualquier título otorgado a los demás graduandos de la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional… aquella que se mercadea como "excelencia educativa abierta al pueblo".

Cuando salgamos de éste atolladero de nación en la que nos encontramos el 99% de los venezolanos, por supuesto que no debemos permitir que se viole un solo derecho humano de un solo ciudadano, pero igualmente tenemos simplemente que dejar de hacernos pura maldad, los unos a los otros.

Observando al gran apologista esquivarse y retorcerse concluí: Al fin ya la oposición no tiene porque perder ni un solo segundo más, convenciendo al mundo sobre que algo huele muy mal en Venezuela. Al fin podrán dedicarse por entero a hacer lo que debe hacerse… en Venezuela.

Igualmente hoy, muy especialmente tras las últimas desesperaciones del oligarca petrolero, nadie puede seguir teniendo en Venezuela una excusa medianamente válida como para quedarse silencioso ante la tanta pura maldad que se comete.

"¡Es que yo no sabía!" Pues vayan con ese cuento a otros… ¿A los papaúpas de Corea del Norte y de Zimbabue quizás?

El Universal